La Oreja Que Piensa reproduce un informe y reportaje que la periodista Mireya Castañeda realizó para el periódico Granma Internacional.
Siete décadas después de finalizada la Guerra Civil española, las personas pueden aún conmoverse ante aquel hecho bélico que provocó muerte, destrucción y caos. La posibilidad llega gracias a una serie de dibujos realizados en aquella época por niños que la República Española envió a lugares seguros y algunos de los cuales afortunadamente se han conservado.
La Universidad de California, en San Diego, y la Universidad de Columbia, en NuevaYork, poseen sendas colecciones de esos dibujos, unos 850, y con ellos se han organizado varias exposiciones itinerantes por Estados Unidos y otros países.
Ahora, gracias a la colaboración estrecha y sostenida que existe entre la Fundación Puffin, los veteranos de la Brigada Abraham Lincoln, ambos de Estados Unidos, y el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, llega a La Habana la muestra Y siguen dibujando.
La Universidad de California, en San Diego, y la Universidad de Columbia, en Nueva York, poseen sendas colecciones de esos dibujos, unos 850, y con ellos se han organizado varias exposiciones itinerantes por Estados Unidos y otros países.
Los dibujos reflejan la terrible experiencia por la que pasaban los niños, evacuados de las áreas de guerra y trasladados a campamentos asentados en las zonas libres del territorio español y en el sur de Francia. Las fotos registran la huella dejada en España por el fascismo.
En el propio Centro Pablo sostuvimos una conversación con el profesor Geist, quien tiene su cátedra de Literatura española en la Universidad de Washington, en Seattle, para conocer más detalles de esta inigualable exposición.
¿Cómo ha sido su vínculo con estos dibujos?
AG: Soy el organizador y el curador de esta exposición porque uno de mis temas habituales de investigación es las expresiones culturales que produjo la Guerra Civil española.(…) Mis padres eran grandes simpatizantes de la República española, estuvieron además involucrados en las luchas sindicales de los años 30 y 40 en la costa del Pacífico. El otro camino arranca con mi estudio de la poesía española del siglo 20, soy especialista en la Generación del 27: Lorca, Alberti, Salinas, Guillén, etc. Ahí vi que todo desembocaba en la guerra, quieras que no. (…)Luego, hace más de 20 años, empecé a colaborar con los veteranos de la Brigada Lincoln, (…)donde se recogen y conservan los trazos textuales de la guerra, la huella material, periódicos, libros, carteles. Es un archivo vivo, como el Centro Pablo, que tiene una dimensión de llevar el contenido del archivo al público, para que se conozca, para que no se pierda la memoria. Entonces, hace diez años, trabajando en los archivos de la biblioteca de la Universidad de California en San Diego, donde estaba de profesor invitado, me encontré con esta colección de dibujos. Me quedé asombrado ante los dibujos en sí, la condición de los dibujos, la temática, lo que decían. Le dije a la directora del archivo que tenía un tesoro y que debía hacer algo con ello. Me respondió, hazlo tú. Me animé y organicé una exposición que reunía estos dibujos hechos en el 1937 y 1938 por niños españoles, republicanos, refugiados en campos de acogida, en lo que llamaban colonias infantiles en las zonas fuera de peligro de guerra.
Hicieron miles y miles de dibujos y estos dibujos, por caminos misteriosos han sobrevivido y han llegado hasta nosotros. Estuvieron aproximadamente durante 60 años desaparecidos.
¿Cómo llegaron a la Universidad?
AG: Me costó rastrearlos, pero sé cómo llegaron. En el 38 se hizo una selección de esos dibujos para una exposición itinerante, estuvo en Inglaterra, en Nueva York. Se vendían los dibujos como medio de divulgar la situación de los niños y recaudar fondos para ayudar a los campamentos. De ahí no se sabe qué fue de los dibujos. Cuando los vi en el archivo de San Diego pregunté cuál era su procedencia y me dijeron que los habían comprado en 1991 a un librero argentino en Buenos Aires. Le escribí y tardó siete años en contestarme. Me explicó al cabo de ese tiempo que los había comprado a un librero en Nueva York.
Los caminos son misteriosos, pero ahora vuelven a ver la luz y con la misma frescura, el mismo impacto, la misma fuerza emocional que hace más de 60 años. (…) Cuando yo encontré esos dibujos por primera vez, mis hijas tenían 8 y 4 años de edad y el parecido con los dibujos que ellas hacían me asombró. Al mismo tiempo era consciente de las profundas diferencias de las condiciones en las que se hicieron.
Los dibujos son increíbles y están firmados…
AG: Casi todos los dibujos están firmados, con el nombre del niño, la edad, y la colonia infantil a la que estaba acogido. Se han podido rastrear a muchos de esos niños ya mayores y reunirlos con sus dibujos. Hay un documental sobre los dibujos, donde los realizadores localizaron a unos 20 niños. La primera exposición se organizó en el 2002, estuvo itinerando por Estados Unidos hasta el 2005, y luego el archivo de San Diego retiró los dibujos por motivos de conservación, es un papel muy frágil, malo, y asombra la buena condición en que aún están.
¿Conoció a algunos de los niños?
AG: Cuando empecé a trabajar sobre los dibujos lo primero que hice fue un listado con los nombres, edad y la colonia de los autores. De los 600 dibujos que hay en San Diego, creo que saldrían 400 nombres. Pasé la lista al Cónsul general de España en Nueva York, que la pasó a su vez al Ministro del Interior en una comida, y éste a su vez la envió a la Guardia Civil de Valencia. Un tiempo más tarde me llega una lista de 12 nombres con teléfonos. Me puse a llamar y hablé con tres o cuatro. La reacción fue muy emotiva y conmovedora. Luego me reuní con algunos y fue precioso cuando vieron por primera vez sus dibujos en 60 años y recordando aquellos tiempos difíciles.
Y siguen dibujando...como dicen las palabras del catálogo de la muestra, para que no olvidemos.