Carrera bélico-nuclear en constante aceleración
Agencia La Oreja Que Piensa. Por Sergio Ferrari
Cada minuto del año 2023 se gastaron 173.884 dólares en armas nucleares. Se vive uno de los momentos más peligrosos de la historia de la humanidad debido a la supremacía de lo nuclear en un escenario de conflictos crecientes en diversas regiones del planeta, desde Europa del Este hasta Medio Oriente. Nunca el planeta experimentó un riesgo tan alto como el actual de confrontarse con la autoextinción.
Con tono casi dramático y apoyándose en cifras y estadísticas, uno de los centros mundiales especializados más reconocidos publicó esta semana su Anuario 2024.
El Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés) sostiene que en 2023 Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, República Popular Democrática de Corea e Israel continuaron modernizando sus arsenales nucleares y que varios de ellos desplegaron nuevas armas o sistemas bélicos de ese tipo (https://www.sipri.org/sites/default/files/WNF%202024%20press%20release%20ESP.pdf).
Según el SIPRI, la cantidad de armas nucleares en circulación a enero de este año a nivel mundial se calcula en 12.121 ojivas o cabezas nucleares. Pertenecen casi todas a Rusia (5.580) y Estados Unidos (5.044).
Unas 3.900, aproximadamente la cuarta parte, desplegadas en misiles y aviones, lo cual significa un aumento de más de 60 con respecto a 2023. De ese total, 2.100, en misiles balísticos y en estado de máxima alerta operativa.
Las ojivas “desplegadas” son las cargas nucleares en misiles o en bases con fuerzas operativas, en tanto que las “almacenadas” se encuentran en reserva y requieren cierta preparación para el despliegue (como transporte y carga en lanzadores).
El informe del SIPRI reconoce que sus cifras sobre las fuerzas nucleares son aproximadas y cada año las actualiza basándose en nueva información.
Sin embargo, explica, Rusia y Estados Unidos no publican los totales de sus respectivas fuerzas nucleares estratégicas desde 2023, cuando Rusia se retiró del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Nuevo START), último acuerdo vigente sobre armas nucleares entre ambos países, aunque ambos lo prorrogaron en 2021, y por cinco años.
Nueve naciones controlan el poder nuclear mundial
Según el Anuario del SIPRI, entre enero de 2023 y enero de este año, el arsenal nuclear chino aumentó de 410 ojivas nucleares a 500, convirtiéndose así en la tercera potencia nuclear mundial, aunque muy por detrás de Estados Unidos y Rusia.
A fines de esta década, China podría llegar a tener como mínimo tantos misiles balísticos intercontinentales (ICBM) como Rusia o Estados Unidos, aunque se prevé que su arsenal de cabezas nucleares seguirá siendo mucho menor.
Aunque todo indica que en 2023 el Reino Unido no ha incrementado su arsenal nuclear, de todos modos, el SIPRI anticipa que está programando para los próximos meses un salto de 225 a 260 ojivas nucleares.
Francia, por su parte, ha continuado con sus programas de desarrollo de un submarino nuclear lanzamisiles balísticos (SSBN) de tercera generación y de un nuevo misil de crucero lanzado desde el aire. Además, implementó el reacondicionamiento y la mejora de sus sistemas existentes, con aproximadamente 290 ojivas nucleares.
En ese mismo periodo, India amplió ligeramente su arsenal nuclear. Tanto India como Pakistán desarrollaron el año pasado nuevos tipos de sistemas de vectores nucleares. India parece estar poniendo cada vez más énfasis en armas de mayor alcance, algunas de las cuales podrían impactar objetivos en toda China.
Corea del Norte sigue dándole prioridad a su programa nuclear militar como elemento central de su estrategia de seguridad nacional. El SIPRI estima que esa nación ya ha ensamblado unas 50 cabezas nucleares.
Aunque en 2023 no realizó ninguna explosión nuclear de prueba, hay señales de que ha realizado su primer test de un misil balístico de corto alcance desde un silo rudimentario.
También completó el desarrollo de por lo menos dos tipos de misiles de crucero de ataque terrestre (LACM) diseñados para el transporte de armas nucleares.
Así mismo hay evidencias de que Israel, que públicamente no reconoce poseer armas nucleares, está modernizando su arsenal nuclear y mejorando su reactor de producción de plutonio en la ciudad de Dimona.
Apuesta bélica que conspira contra el bienestar de los pueblos
En 2023, las nueve naciones con armamento nuclear destinaron en conjunto 91.400 millones de dólares para este rubro específico, lo cual representa 173.884 dólares por minuto o 2.898 dólares por segundo, según cálculos actualizados de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN, su sigla en inglés), organización internacional que obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2017. (https://www.icanw.org/global_nuclear_weapons_spending_surges_to_91_4_billion).
ICAN, con sede en Ginebra, Suiza, reúne a 652 organizaciones, grupos y redes de 100 países, asociadas en la lucha antinuclear y acaba de publicar el informe “Aumento: gasto mundial en armas nucleares en 2023”.
Según este informe, la participación de Estados Unidos en el gasto mundial total para armas nucleares (unos 51.500 millones de dólares) supera el gasto conjunto de todos los demás países que poseen ese tipo de armamento (https://www.icanw.org/surge_2023_global_nuclear_weapons_spending).
El segundo mayor presupuesto es el de China, que en 2023 destinó 11.800 millones de dólares. Rusia, con 8.300 millones de dólares, ocupa el tercer lugar. También Reino Unido aumentó significativamente su presupuesto en 2023, y por segundo año consecutivo, llegando así a los 8.100 millones de dólares.
En los últimos cinco años se invirtieron 387 mil millones de dólares en la construcción y el mantenimiento de armas nucleares.
Por otra parte, el año pasado las empresas involucradas en la producción de armas nucleares recibieron nuevos contratos por un valor de casi 8 mil millones de dólares. Sólo en Estados Unidos y Francia (los países de los que se ha podido obtener cifras) estas empresas gastaron 118 millones de dólares en cabildeo político para asegurar sus negocios portadores de explosivos beneficios.
El Tratado para prohibir el armamento nuclear, un papel mojado
ICAN es uno de los portavoces críticos de más reconocimiento internacional ante esta escalada bélico-nuclear. La Campaña sostiene que “los miles de millones de dólares que se desperdician cada año en armas nucleares constituyen una asignación inaceptable de fondos públicos [porque] en lugar de invertir recursos en una carrera imprudente con armas de destrucción masiva, los nueve Estados con armas nucleares podrían pagar servicios vitales para sus ciudadanos o ayudar a abordar las crisis globales existenciales”.
Las comparaciones que siguen son por demás elocuentes: con los 91.400 millones de dólares anuales destinados al desarrollo bélico-nuclear se podría cubrir el 27% del déficit del actual financiamiento de la lucha contra el cambio climático, la protección de la biodiversidad y la reducción de la contaminación.
Con cada minuto del gasto en armas nucleares de 2023 podría haberse plantado un millón de árboles. Los últimos cinco años de gastos en armas nucleares hubieran permitido alimentar 45 millones de personas que actualmente padecen hambre.
En su sitio interactivo WEB, ICAN provee información actualizada sobre el Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares en vigor desde el 22 de enero de 2021.
Cualquier persona puede consultar allí si su país ya lo ha ratificado (https://www.icanw.org/signatur_and_ratification_status).
A la fecha, 93 estados han adherido al Pacto y 70 lo han ratificado. No han adherido los nueve Estados con armamento nuclear, buena parte de Europa (a excepción de Austria e Irlanda) y tampoco Canadá y Japón.
De las principales naciones de América Latina y el Caribe, Argentina es la única que no lo ha suscrito.
Falta solo una corta mecha…
La seguridad y la estabilidad mundial confrontan cada día un peligro mayor creciente. Sin duda en estos últimos años y meses las guerras en Ucrania y en Gaza impacta en todo lo que tiene que ver con el armamentismo y la seguridad internacional.
Las constantes referencias al armamento nuclear que podría ser empleado en el caso de una escalación regional del conflicto, no son más que señales de ese fatalismo creciente.
En 2023, además de estas dos guerras, las cuales ocupan un lugar central en las noticias y los esfuerzos diplomáticos mundiales, han estallado conflictos armados activos de muy diversa naturaleza en otras 50 naciones.
Las guerras en la República Democrática del Congo y en Sudán han provocado el desplazamiento de millones de personas, y en los últimos meses de 2022 el conflicto resurgió en Myanmar.
En algunos países de América Central y del Sur, bandas criminales fuertemente armadas han sido y siguen siendo una importante preocupación de seguridad, lo cual explica, en particular, el colapso efectivo de Haití y su estructura de Estado.
El Anuario 2024 de la ICAN constata que “existen numerosas fuentes de inestabilidad: rivalidades políticas, desigualdades económicas, perturbaciones ecológicas y una carrera armamentista en aceleración”.
En otras palabras: el planeta camina muy cerca del abismo y es hora de que las grandes potencias den un paso atrás y reflexionen. Preferentemente juntas, concluye ICAN.
El riesgo cotidiano de una nueva confrontación bélica donde la abundancia de armas nucleares arrasaría con gran parte de la humanidad.
Y en este marco, sobresale el predominio de la soberbia belicista. Acuerdos de control de material nuclear entre potencias que caen; procesos de reducción de armamento postergados u olvidados; industria bélico-nuclear que no deja de desarrollarse.
Y, tal vez lo más grave, tantas naciones que ni siquiera adhieren al principal Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares. Del barril de pólvora, ahora, al barril nuclear. Y una sociedad planetaria que sentada sobre él.