Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.
Agencia La Oreja Que Piensa. http://www.cubadebate.cu/fotorreportajes
La Habana se vuelve un concierto de historias, cuentos, aventuras y versos escondidos detrás de las carátulas de libros. En cada rincón te encuentras con un escritor aferrado a su universo, ese espacio donde crea las palabras, las une, las organiza, las mezcla, para luego convertir un texto que buscará, de seguro, el lector ávido de preguntas y gustos.
En estos días de febrero mucha gente acude al Morro Cabaña. Cuentan que años atrás, apenas se podía caminar, era demasiada multitud. Sin embargo, con colas o sin colas, con comida, bocinas, afiches y libros, hay algo que no podemos negar: los cubanos esperan la Feria del Libro como uno de los acontecimientos del año.
Hay imágenes imborrables, desgastadas y rehechas: niños tambaleándose con jabas de libros, de la mano de padres orgullosos y “arruinados”. El olor de un libro viejo. El tacto de uno nuevo. La expectativa de llegar a casa y llenar la cama con todos los títulos, revisarlos uno a uno y elegir la primera víctima.
Pero más allá de eso, este es un espacio para reencontrarse con viejos y nuevos amigos, para “tomar” el pulso a la literatura desde la más clásica hasta la más contemporánea. Hemos dicho que la Feria es tremenda novela, sin que se me pongan bravos los poetas, porque hay muchos personajes y diálogos, demasiados colores y estilos, el conflicto con el calor y el sol y el si alcanzaré el título que busco.
A febrero parece importarle poco que estamos en invierno. Al menos en teoría, porque Cuba sigue adicta a su insistente verano. Demasiado calor, mi gente. Y sí, puede que se torne tedioso caminar por toda la fortaleza detrás de Había una vez, Sencillamente, Cuatro estaciones en La Habana, los populares libros de colorear y de cocina. Pero no desista, haga su listica como muchos y pregunte de stand a stand.
Y un día, eres una niña como Evelin, quien eligió pasar su noveno cumpleaños este año en la Feria, y al otro, te ves buscando libros de tejer e historia, como Nuelvis Peña. Es el efecto mágico de este escenario. Un sitio bendecido por la literatura a donde los cubanos tratamos de regresar siempre, tal fuerza de gravedad.
Cuando la bahía es fotográficamente perfecta y las nubes se camuflan entre los altos edificios habaneros, nos acercamos a Evelin, que anda con sus padres. Onay, la madre, lleva en su bolso libros de colorear, diccionarios y cartucheras. “La edad de oro”, dice la niña, es su libro favorito. Ellos se ven feliz, como un grupo de estudiantes de politécnico que andan en sus locuras, disfrutando de la fiesta.
Luis Sosa, por su parte, ha comprado “El reto de la soledad”. La primera vez que escuchó de Cardoso Villavicencio era joven. Ahora, con unos años de más, muere por descubrir esos años en prisión del héroe. Este y los libros de Verde Olivo son sus preferidos siempre.
Sobre historia y misterio también va buscando María Adelaida Arán, quien ha comprado “Las puertas del infierno” y “Al filo de la muerte” de la editorial Capitán San Luis. Se ha levantado a las cinco de la mañana para venir desde Artemisa. Dice que se irá cuando caiga la tarde. Aún no ha visto ni la mitad de todo lo que quiere ver. Acumula listas en el bolso y ya tiene fichado el concierto de las cuatro.
Como sus visitantes, la Feria del Libro también madura. Eso considera Laura Elina, quien dice que este año las editoriales han evolucionado respecto a otros años, tanto en calidad y variedad. “No siento que se haya dejado nada detrás”. Ella trabaja en uno de los burós de información, y aún no ha tenido tiempo de ir a comprar sus preferencias. Pero tiene claro cuáles serán los primeros: “Crimen y castigo” y “Cándido”.
Y así, poco a poco se van acumulando rostros, historias, gestos y fotos. Hemos recorrido La Cabaña de punta a cabo. Hemos escuchado pregones, hemos comprado par de títulos. Nos hemos hecho el selfie para dejar constancia de que allí estuvimos. Pero, querido lector, vaya también al Pabellón Cuba, Casa de las Américas, la sede la UNEAC, allí también se siente el eco de la feria.
Defendamos a esta fiesta literaria como eso, el lugar al que siempre volver. Vendamos más libros y menos pacotilla. Hablemos de literatura en febrero y también en julio. Busquemos libros policíacos, de amor y también de Martí. Identifiquemos a Alejo Carpentier, Ciro Bianchi y también a Rubén Rodríguez, Gaetano Longo y Mildre Hernández. Defendamos la palabra como una tradición, para que ir a Feria se vuelva una aventura.
Por si anda perdido por La Cabaña, el Pabellón Cuba, y otras locaciones de la Feria, Cubadebate le recomienda algunas de las principales actividades de este jueves. Hay paneles, talleres, presentaciones de libros, para que pueda elegir.