Agencia La Oreja Que Piensa. Argentina. 2009.(Por Héctor Corti)
Jorge Gómez es periodista, historiador y docente. Pero también es un joven actor y dramaturgo comprometido con los temas sociales que hace unos días acaba de estrenar “Memorias del agua”, su tercera obra de teatro en donde denuncia un problema que la humanidad debería estar enfrentando con mayor preocupación por su gravedad en un futuro cercano: la falta de agua potable.
Esta es la primera vez que Gómez aborda un tema relacionado con la ecología y la política. Sus trabajos anteriores se basaron en hechos históricos como en “El Bufón de Rosas”, analizando a la Argentina desde el exilio de Juan Manuel de Rosas en Inglaterra, o en culturales y de derechos humanos como en “Biblioclastas”, basada en la quema de libros y la censura durante la última dictadura militar.
El elogio nada fácil dado por Premio Nóbel y dramaturgo italiano Darío Fó al enfatizar que “Memorias del agua” es “un cachetazo de humor hiriente donde más duele: la estupidez humana. Una obra tan sencilla como potente que denuncia la voracidad de un sistema que olvidó al hombre”, es la mejor invitación para verla los viernes a las 21:00 en el teatro De la Fábula, Agüero 444, Ciudad de Buenos Aires y con un adicional, la gráfica del programa está realizada por Miguel Rep.
“La trama se desarrolla en una ciudad futura, en un mundo que está en guerra y con el agua potable en extinción. En ese ámbito, el doctor Mestraler descubrió un novedoso método para desalinizar el agua: el cuerpo humano. De ésta manera, el ‘Consejo Mundial de Water Unidos’ controla un laboratorio-lagers donde hombres conectados a máquinas purifican éste recurso vital para la vida humana”, resumió el autor y director de la obra.
- ¿Cuál es el primer balance que haces respecto al estreno de la obra? ¿Cubrió tus expectativas?
- Es ampliamente positivo. Realmente estaba muy ansioso por estrenar. Venimos trabajando hace casi un año y la obra ya pedía pista. Estoy muy contento con las devoluciones del público y la entrega de los actores.
- Esta obra esta basada en “Las guerras por el agua”, una investigación realizada por Elsa Bruzzone, ¿qué opinión al verla?
- Le gustó mucho. Comentó que mientras la veía iba identificando rasgos de su trabajo. También se ofreció para que la obra llegue a todos los espacios dónde existe una preocupación por el tema. Para mí era esencial su opinión, más allá de haber leído la obra me interesaba que pudiera ver la puesta en escena.
- En “Biblioclastas” recibiste los elogios de Griselda Gambaro y Osvaldo Bayer, ahora el de Elsa Bruzzone, pero ¿cómo llegaste hasta Darío Fo?
- Fue por azar. Darío Fo es alguien a quien admiro muchísimo y sabía que el tema del medioambiente es algo que lo inquietaba mucho. Un día, hablando por teléfono con un amigo uruguayo me dice que viajaba a Italia para entrevistarlo. Se me entrecortó la voz y le tiré el pechazo. Unos meses después, Fo me escribió un correo diciendo: “Es un cachetazo de humor hiriente donde más duele: la estupidez humana. Una obra tan sencilla como potente que denuncia la voracidad de un sistema que olvidó al hombre”. Yo no lo podía creer. Miraba la pantalla y no entendía nada. Fue algo tan impactante como inesperado.
- ¿Cómo comenzó el proyecto?
- Al leer la excelente investigación de Elsa Bruzzone, “Las guerras por el agua”, y también al ver el muy buen documental “Invasión gota a gota” de Mausi Martínez, el principal desafío fue hacer arte con todos esos datos. Allí surgió la idea un laboratorio futurista, instalado en América Latina, donde hombres conectados a máquinas purifican el agua con su sudoración. No es casual la región donde está ubicado el laboratorio que por otra parte está gerenciado por la empresa “Water Unidos”. Luego viene el entramado, la relación de los personajes y el sitio que ocupan en una estructura vertical. Está empresa propulsora de una política de súper eficiencia arrasó con todo tipo de derecho de sus empleados. Todo en pos del progreso.
- Además de libro y dirección, también actuás junto a Alejandro Robles, Julia Houllé, Patricio Bettini, ¿qué podés contar del elenco?
- El elenco muto varias veces. Hace más de un año que vengo trabajando sobre la puesta. Para mí el teatro es una síntesis de la estética y la ética, por lo tanto ambas deben caminar juntas. Y a veces no es fácil encontrar el punto justo. De un actor medio se puede sacar un buen actor, creo que el teatro es deseo, es decir la ganas de hacerlo. Pero de un egoísta no se puede sacar una buena persona. Para mí la relación del grupo es fundamental para el trabajo. Y eso se logró, y también lo estético. Estoy muy conforme, tiene mucha potencia y versatilidad.
- ¿Notás un público distinto respecto a tus dos obras anteriores, dado la temática bastante diferente?
- No sé. Es difícil imaginar al público hasta que uno no lo tiene enfrente, y también es complejo saber porque van a ver una obra como “Memorias del agua”. En el caso de “Biblioclastas” quizás estaba más vinculado con el tema derechos humanos ó la literatura; y en “El Bufón de Rosas” tenía más que ver con el tema histórico. Para mí, sigue siendo un misterio que, en medio de tanta estimulación mediática para quedarse en la casa, confortables sin riesgo alguno de los “posibles males sociales” la gente siga yendo al teatro. Ha pasado también que varias personas han venido porque vieron los trabajos anteriores.
- ¿La obra provoca que los espectadores tomen una mayor conciencia del grave problema que debe enfrentar la humanidad respecto a la escasez de agua?
- Espero que sí. En la obra se fusionan datos tomados de la realidad y a eso apunta más allá de que lo que la sostiene es el texto teatral. Y fundamentalmente, que el tema de la falta de agua es un problema político. Es decir, no alcanza con sólo cuidar las canillas que gotean. Se trata, como siempre, de crear las condiciones para una sociedad más justa.
- ¿Crees que el público que concurre al teatro mayoritariamente busca una obra que lo haga pensar y no simplemente hacerle pasar un rato divertido?
- Lamentablemente creo que es al revés. Pero tampoco son incompatibles. De hecho la obra, está sostenida desde un humor dramático. Me parece que es la única forma de abordar un tema tan doloroso. La reflexión hecha desde la risa para mí es el camino.