Publicado Por La Oreja Que Piensa. 2010.
El archivo gráfico es una invitación a revolver papeles para descubrir o releer viejos diarios, revistas y documentos. Permite encontrar artículos escritos por periodistas emblemáticos o anónimos que tienen un valor testimonial.
El archivo es, en definitiva, una fuente de información que encierra parte de la historia con sus hechos y personajes. Recorrerlo es un ejercicio de la memoria y también del conocimiento que La Oreja que Piensa quiere compartir con sus lectores desde esta sección.
Desde Atlanta, Estados Unidos, Por Ulises Barrera
Cassius Marcellus Clay (28), no es un escindido desde el punto de vista psicológico. Su aparente esquizofrenia ha sido prefabricada con fines exclusivamente publicitarios.
Sabe él muy bien de dónde viene, qué quiere y adonde va. En esto no hay misterio alguno. "¿Se imaginan a un pobre diablo de Kentucky —declaró—, a un negro como yo, destinado a limpiar vidrios o manejar un ascensor, ganando millones de dólares...?
Para comprender a Clay es necesario dividir su parábola en tres etapas, ya que cada una marca una pauta de conducta diferente en él. Pero, por sobre todo, es imprescindible volver los ojos sobre su país, el color de su piel y, obviamente, sobre algunos de los miembros de su familia.
Panorama dialogó con su hermano Rodolfo Valentino Clay sobre ese particular momento en que se produjo la transición del boxeo amateur al rentado: "Mi hermano acababa de conquistar la medalla dorada en los juegos olímpicos de Roma y soñaba con ser profesional. Había sido recibido en Louisville con bombos y platillos luego de la conquista, pero él no estaba satisfecho. Quería trascender más. Siempre fue muy bocón.
Pero una tarde me sorprendió, mientras viajábamos en un ómnibus. En ese tiempo se mencionaba mucho a Floyd Patterson y a Ingemar Johannson. De pronto, se volvió y me dijo: A esos dos los destrozo en una sola noche. Lo miré sorprendido y siguió diciéndome que tenía que encontrar una fórmula para lograr que toda la gente se ocupara de él. Creo que fue esa vez que decidió comenzar a hacerse el loco".
Es que el pintoresco comediante, cuya verborragia alcanzaba por momentos tonos de delirio, y en el que se mezclaban siempre algo del fanfarrón y un poco del villano, estaba destinado a las taquillas. "Nunca otro púgil fue capaz de hacer tantos escándalos como él para reunir muchedumbres en los estadios", enfatizó el padre de Clay, que también se llama Cassius.
A propósito de éste, valga un apunte marginal. Vestido siempre en forma estrafalaria —a veces, algo así como de cowboy; otras semejando un cosaco y generalmente con estridentes fantasías carnavalescas— es amigo hasta la máxima irresponsabilidad de las copas y las coperas. Tanto, que es famoso en cuanto rincón nocturno de extramuros cae bajo sus siempre tambaleantes pies.
Uno de sus medios de vida consiste en cobrar 300 dólares para contar "historias exclusivas sobre mi hijo". El nivel más alto alcanzado anteriormente por Cassius senior, era el de pintor de letreros comerciales. Muchos de los que aún se ven en los negocios de Louisville, llevan su firma. Mas cuando alguien Intenta obtener del púgil una referencia sobre su progenitor, con marcado fastidio vuelve la cara. Prefiere no tocar un tema que, sin lugar a dudas, le arde en las orejas. Sobre todo porque él es la antítesis: no fuma, no bebe, no trasnocha. Ni siquiera lo hizo durante los 43 meses de obligada inactividad.
En cuanto a las declaraciones de su hermano, que fue quien lo vinculó a la secta de los Black Muslims, acota el ahora Muhammad Alí (jamás responde a una pregunta de quién lo llame por su nombre de pila): "La exageración me pareció el mejor camino para conmover a la opinión pública. Total..., siempre hubo periodistas que se encargaron de difundir cualquier cosa que yo dijera. Una vez se me ocurrió afirmar que iba a ganar una pelea en cuatro rounds y lo conseguí. En la siguiente declaración no tuve más remedio que decir que yo era una bomba atómica... Algunos me despreciaban; otros, me tenían rabia; ¡Pero esa fue la fórmula para que todos compraran entradas!
Muchos, es cierto, para verme perder.
Pero mientras se enojaban y me gritaban de todo en los estadios, yo me dedicaba a contar dólares. Entre el resto de boxeadores y yo, siempre hubo una gran diferencia: ¡Nunca nadie oyó hablar de ellos!".
EL PODER NEGRO
Hasta este punto, la historia es un lugar común. Con el matiz de una original y por cierto que exitosa manera de autopromoción. Con las victorias, ese éxito iba en aumento, aunque Clay no era polo de afectos. Ni de blancos ni de negros, ya que con sus despliegues jactanciosos hería también a la mayoría de sus adversarios, que eran hermanos de raza. Luego se inicia la segunda etapa. Rodolfo Valentino, ahora rebautizado como Rahaman Alí, fanático de los mencionados musulmanes negros, lo puso en contacto con Elijan Muhammad, líder máximo de la secta. Cassius comenzó a asistir a reuniones, fue adoctrinado y protegido. Hasta lo convencieron de que cortara relaciones con un consorcio de millonarios blancos de Louisville, que fue el ente que respaldó su campaña desde el comienzo. En poco tiempo, Clay había materializado muy importantes aportes en efectivo al clan islámico. Y fue tan grande el cambio de su personalidad —se divorció de su primera mujer porque no quiso convertirse a esta religión—, que más de uno pensó que le habían hecho un lavado de cerebro. Su propia familia llegó a sospecharlo.
Después llegó la edad de prestar servicio bajo bandera. Clay se presentó a examen psicofísico y los tests mentales arrojaron 12 y 19 puntos sobre los 100 posibles. Es decir, muy por debajo de los 31 que se aceptan como mínimo. Cuando le preguntaron su profesión, contestó: boxeador, justificándola por la necesidad de mantener a su familia. Sin embargo, lo citaron a una segunda revisión y allí tomó cuerpo una complicada historia que es imposible revisar con Clay, ya que se niega sistemáticamente al racconto.
En esta nueva oportunidad, los tests fueron normales y, ante la sorpresa de las autoridades militares, Clay ya no era púgil profesional, sino predicador musulmán. La Suprema Corte aún no se había expedido, pero ése es el nudo gordiano de la cuestión.
Panorama indagó sobre las razones de tal apelación. Y también sobre la insólita fuente de ilustración que Clay —apenas hizo estudios elementales— exhibió en innumerables discursos en los que hablaba de economía, de la política interna de la Casa Blanca, de las relaciones internacionales de su país. La conclusión también es sencilla. Durante este lapso, Clay ha constituido una especie de recipiente dentro del cual manos extrañas han creado un cóctel con diversos ingredientes. El Charlatán de Louisville, como se lo llamó en un principio, no ha hecho más que recitar libretos escritos por otros. Los autores hay que buscarlos, claro está, entre los mencionados musulmanes o bien entre los cerebros del Black Power. Lo cierto es que, como consecuencia de su actitud pública, y escudado en su prestigio deportivo, Clay pudo convertirse en una especie de líder o mejor en un "ejemplo para la juventud".
William Faversham, miembro del grupo millonario que lo guió al comienzo, sostiene: "Es inútil que pretenda darse a Cassius una dimensión que no tiene. Puedo asegurarles que es un niño grande. Lo mejor que posee es su buen humor. Y a pesar de la edad, no hay satisfacción mayor para él que alguien le sirva cuatro copas de helado y una naranjada a la vez... Le gustan los dólares como a cualquiera, pero nunca pasó hambre ni fue un desarropado. E1 boxeo, simplemente, le permitió alcanzar status".
Frente a todos estos temas, Clay se mostró huidizo. "Ustedes comprendan —dijo a Panorama—, que mi publicidad ya está hecha. No haré más pronósticos. Hasta acepto que Joe Frazier ha sido el campeón en actividad y yo, hasta hoy, el campeón en retiro. Pero como tengo los guantes puestos, ya daré cuenta de ese gatito... ¿Los Black Muslims? Bueno..., yo a nadie le pregunto por su religión. ¿El Black Power? No tengo más nada que ver con ellos".
Teme que le vuelvan a impedir subir al ring. Esta oportunidad ha sido la consecuencia de una tremenda tarea personal que se echó encima Leroy Johnson, el primer senador estatal de color que tiene Georgia. Gracias a la ayuda de Sam Massell, alcalde de Atlanta, logró que el fiscal Arthur Bolton autorizara la reaparición del discutido vencedor de Sonny Listón. En cuanto se conoció la decisión, Johnson afirmó por TV que "esta es una página de historia, ya que el mundo comprenderá que Atlanta es la capital de la verdadera democracia". A lo que agregó Massell: "Jamás se ha hablado tanto de nuestra ciudad en todas partes".
LA REACCIÓN
Pero el gobernador Lester Maddox, al principio complaciente, se opuso después con inusitada vehemencia a la realización del match. No sólo expresó su deseo de que a Clay le cuenten 30 segundos sobre la lona, en vez de los 10 de reglamento sino que, ante el estupor general, decretó día de duelo. Pero la conmoción, no sólo estalló aquí. En Scranton, Pennsylvania, la asociación de veteranos de guerra hizo un movimiento hasta lograr que el combate Clay-Quarry no se televisara en dicha ciudad, para expresar su repudio a quien no prestó servicio a su país.
Según se comenta a media voz, todo el Operativo Retorno ha tenido hondas raíces políticas, ya que en Georgia se vive momentos preelectorales. Hasta se habla de sumas cuantiosas que han debido correr para que Clay recuperara su licencia habilitante.
"¿No dijo usted que no pelearía más porque su religión se lo prohibe?". Clay responde: "Hay que saber separar la publicidad de la verdad: ¿Quién es el campeón del mundo? ¿No soy yo acaso? He vuelto para demostrarlo. A mi me enseñaron que el destino está en manos de Alá. Si salgo de esta habitación y me muero, es porque Alá así lo quiso. Si voy a la cárcel, será por su voluntad... "
La tarea fue, precisamente, separar publicidad de verdad. Queda en el recuerdo el perfil de su alegría constante. Pero en la ecuación de Muhammad Alí hay un algo que parece denunciar inseguridad. Se sabe popular, aunque está hastiado del acosamiento constante a que lo someten. Sabe también que es un verdadero yacimiento de dólares del que se nutren muchos. Pero se muestra inestable cuando choca con la palabra futuro. Trasmite la sensación de querer vivir afanosamente el presente. Y en la medida de lo posible, silenciando el pasado extradeportivo. Días antes de este encuentro, le espetó a un periodista inglés que volvía a fatigarlo con las reiteradas preguntas sobre las organizaciones de los negros: "Dígale a sus lectores simplemente esto: Clay está de pie y declara ¡Mírame, oh mundo, he vuelto!". Y lo despachó así.
Horas después de derrotar en forma aplastante a Jerry Quarry, con su rostro de galán, sin una marca, como si no hubiera combatido esa noche, fue a visitar el centro de prensa: "Quiero agradecer el recibimiento magnífico que me hizo el pueblo de Atlanta. Puedo asegurarles que será inolvidable para mí". ¿Cómo —se preguntaban muchos—: no se burla del derrotado ni habla del futuro adversario? En absoluto. Aunque cueste creerlo, Olay se mostraba sonriente. Haciendo una broma a cada paso, Muhammad Alí estaba tratando de que los periodistas del mundo entero allí reunidos, comenzando por los norteamericanos, recogieran su nueva imagen.
Cassius Clay, pues, ha vuelto. En varios sentidos. Aunque todavía tal vez él conozca el alcance de este regreso.
Desde el ángulo estrictamente boxístico, puede decirse que sólo necesita mejor estado. La desesperación por no desaprovechar esta oportunidad que le ofreció Georgia, llevó a Olay a una reaparición apresurada. Con poco tiempo de adiestramiento, precisamente cuando más lo necesitaba. "Sé que estuve bien, pero sé que podría haber estado mejor", declaró a Panorama. Quarry, de menor talla y reach, pertenece a esa generación de aporreadores suicidas que aquí gustan tanto. El, simplemente, pelea tres minutos por round. Tiene sangre irlandesa y es duro, casi un granito. Pero ese granito fue perforado por las estocadas del ex campeón, quien se propuso ganar cuanto antes. La pelea, como punto de referencia o como test, arrojó un saldo aceptable: la Jerarquía pugilística del vencedor sigue intacta; envejeció biológicamente tres años y medio, aunque eso se traduce también en madurez. ¿Bastaría eso para imaginar un reinado indefinido, como algunos anticipan? En un pasaje del segundo round, cuando Quarry pegó con vigor al cuerpo, se vio que el perfil de Alí se ajaba. Fue fugaz, pero pudo advertirse claramente. No fue declinación física ante el castigo; fue como si cedieran las bases de su estructura anímica.
José Chegüi Torres, ex titular de los semipesados, lo confirmó: "Clay en el fondo de su alma es un Inseguro. No se trata del miedo por tal o cual oponente. Es miedo a lo que lo rodea".
Al abandonar el estadio, tras haber visto a muchos negros con lágrimas en los ojos, cabía una pregunta. No lo dejaron ser Cassius Marcellus Clay. ¿Hasta dónde le permitirán seguir siendo Muhammad Alí? Porque falta consignar un último apunte. Cuando desde Moscú solicitaron autorización para televisar esta pelea, en Washington hubo preocupación. Tanto, que hablaron con el gobernador Maddox para que opusiera todos los medios legales a la realización del match. Pero fue demasiado tarde. Los soviéticos, que no autorizan el boxeo profesional, mostraron "al hombre que se negó a combatir en Vietnam".
(*) Nota publicada en la Revista Panorama nº 184 del 03/11/1970