Publicado por La Oreja Que Piensa. Argentina 2010.
Agencia La Oreja Que Piensa. Argentina 2010 (Por Daniel Belén y Martín Alderete)
Santiago del Estero es la provincia más antigua de la Argentina. Su territorio, ubicado geográficamente en el centro del país, está poblado por mestizos de las culturas quichuas del Gran Chaco Americano, quienes vienen soportando desde el siglo XIX la acción devastadora de las empresas forestales.
La pequeña producción agropecuaria es la principal forma de vida de más de quince mil familias campesinas de esa provincia.
A partir de los años ochenta y en distintas regiones de la amplia geografía santiagueña fueron surgiendo organizaciones representativas de los intereses del sector.
NACE UN MOVIMIENTO
El 1 de diciembre de 1989 la mayor parte de las organizaciones campesinas de la zona se auto convocaron en la localidad de Los Juries(Santiago del Estero) con el propósito de conocerse mejor, compartir experiencias y dar el primer impulso a la idea de un movimiento de alcance provincial.
A ese encuentro le sucedieron otros en distintas localidades de esta provincia como Forres, Colonia Dora y Añatuya, hasta que en el de Quimilí se constituyó el 4 de agosto de 1990 la primera comisión directiva del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE).
SU COMPROMISO SOCIAL
Uno de los basamentos del MOCASE es la práctica del derecho desde la participación directa y activa de todas y todos los miembros en la construcción de la legalidad y legitimidad de los Derechos Humanos, así como también la autonomía y la horizontalidad en la conducción política como futuro a desarrollar por la promoción permanente de la participación.
Dentro del campo de formación, la educación popular permanente en todas las prácticas sirve para multiplicar comunicadores-educadores que dentro de la alfabetización utilizan permanentes lecturas económicas, sociales y culturales.
La tierra y la territorialidad, como lugar de vida solidaria, es donde se intentan, ensayan, arman y desarman las energías que construyen una sociedad y los vínculos solidarios y justos. Una de las grandes obligaciones es la construcción de escenarios públicos donde se da la batalla por las visiones del mundo e integración a organizaciones internacionales que luchan por la reforma agraria-integral, la soberanía alimentaria, y la dignidad e independencia de los pueblos.
LA AUTOGESTIÓN
Desde las comunidades se ha consolidado la producción alimentaria campesina e indígena mediante el aprovechamiento alimentario, medicinal y habitacional del bosque chaqueño.
Parte de esa tarea es la producción de miel de abeja del monte, hierbas aromáticas culinarias y medicinales naturales del bosque; el fortalecimiento del algodón; la cría de animales como las cabras, vacas, cerdos, gallinas, ovejas; y la chacra compuesta por maíz, poroto, sandia, melón, batata, calabaza, anco y otras especies; planes de reforestación y banco de semillas de especies arbóreas autóctonas. De esta manera, mujeres y varones, jóvenes y niños procuran mantener la historia genética de manera natural. Carpinterías para muebles, aberturas y construcción de viviendas para el aprovechamiento sustentable de la madera. Trabajos en cuero y producción de dulces
y conservas naturales.
LAS PERSECUCIONES
Hay bandas armadas que trabajan para los terratenientes que instigan a los campesinos a que vuelvan a sus lugares, la intolerancia de la que son víctimas por buscar un reparto equitativo de la tierra.
LOS RECLAMOS
El MOCASE denuncia la explotación irracional de los recursos naturales, la apropiación ilegítima de la tierra, el avance de la agricultura intensiva y mecanizada, el uso de agro tóxicos y transgénicos y la deforestación, aplicada por un modelo de producción que expulsa a las familias campesinas e indígenas de sus tierras y genera mayor pobreza y exclusión a las mujeres del campo.
“La defensa de la semilla se encuentra íntimamente ligada a la defensa de la tierra, los territorios y a las culturas campesinas e indígenas.”, sostiene la organización.
Reclama al Gobierno “el establecimiento de políticas públicas y marco jurídico claro y realizable (...) y el apoyo a las pequeñas/os productoras/es agropecuarios”, la protección de las especies autóctonas ante la expansión de las semillas transgénicas, “la prohibición de utilización de agro tóxicos en las inmediaciones de las comunidades rurales por parte de los grandes productores de soja, que contaminan el medio ambiente, atentan contra la salud humana y animal y destruyen los cultivos orgánicos”.
Demanda que el Estado aplique una perspectiva de género a la hora de tratar las situaciones particulares del sector, de manera que pueda llegar al establecimiento de “una política crediticia flexible especialmente para mujeres, con apoyo técnico y la habilitación de mercados para la producción y comercialización de los productos del sector rural, que permita el arraigo de las familias y evite la expulsión del campo a la ciudad y la migración de jóvenes al extranjero”.