Agencia La Oreja Que Piensa. Berna, Suiza. (Por Sergio Ferrari)
“De cada cien personas en mi país, la mitad no tiene tierras. Nuestro movimiento no cierra puertas sino que las abre a todos los que quieran participar. Luchamos por la tierra y el territorio para todos”, enfatiza Asunta Salvatierra Domínguez. Joven líder del Movimiento Sin Tierra (MST) de Bolivia, Salvatierra realiza una gira de cuatro semanas por Suiza, invitada por E-CHANGER (Intercambiar), organización de cooperación solidaria que apoya a esa organización contraparte desde 2005.
Con apenas 30 años, Salvatierra coordina las Mujeres del MST en los departamentos de Cochabamba, Chuquisaca y Potosí. Y participa de la dirección de ese movimiento al que ingresó hace una década. “Desde los 15 años empecé a militar por la causa de la tierra y la defensa del territorio. Al inicio no fue fácil, me discriminaron. Pero ahora ya soy respetada y mis compañeros me brindan toda su confianza”, explica con cierto orgullo. Entrevista exclusiva.
- ¿De Cochabamba a Friburgo, de Bolivia a Suiza. Un largo viaje y dos realidades muy diferentes?
- Así es. Hace cerca de seis meses que lo empezamos a preparar con la voluntaria suiza Mathilde Defferrard que nos apoya en la actualidad. Me siento muy feliz de estar aquí. Sería imposible para mí como mujer indígena llegar como turista y conocer este continente tan distante y diverso.
- ¿Cuáles son sus primeras impresiones?
- Descubro otro mundo. Todo es tan diferente. Mucho orden. Lo único que me pone un poco triste es no entender el idioma. Ahora comprendo muy bien lo difícil que debe ser para las voluntarias de Suiza llegar a trabajar con nosotras, quienes hablamos sobre todo el quechua. Para ellas también nuestra realidad es otro mundo. Un gran cambio cultural. Lo estoy experimentando yo misma ahora. Es una reflexión que voy a transmitir a mis compañeras al regreso.
- Hace mención al idioma quechua. ¿Se considera más indígena o campesina?
- Mi origen es indígena. Pero soy también campesina. Nuestra vida es la agricultura y somos las dos cosas. Aquí en Suiza escuché el término “campesinado”. En Bolivia lo usábamos antes. Ahora en la nueva Constitución Política del Estado que fue aprobada durante el Gobierno de Evo Morales, se habla de “indígenas y campesinos” como una unidad. Incluso, también, de campesinos originarios o pueblos originarios. Un término más largo pero que indica un concepto único.
- Acaba de introducir el tema de la coyuntura política boliviana... ¿Cómo ve el MST la situación actual? ¿Cómo se sitúan con respecto al Gobierno?
- La familia sin tierra estuvo muy feliz cuando ganó un presidente indígena. Era una esperanza muy grande. Y en realidad se dieron bastantes logros: la recuperación de los recursos naturales; de los hidrocarburos; bonos para la tercera edad; apoyo a los niños estudiantes; sostén a las mujeres y a las madres embarazadas con derecho a la asistencia médica gratuita, etc. Todo eso es un avance general. Pero nos faltan mejorías en la entrega de tierras y la defensa del territorio. El Gobierno ha redistribuido poco. Nosotros hemos recibido un asentamiento de 7.000 hectáreas para 100 familias, en el Beni, pero en una región de inundaciones. Ahora no podemos trabajar porque hay medio metro de agua en los campos y la gente no puede cultivar con el agua hasta la cintura. Sentimos que es necesario agilizar la dotación (entrega) de parcelas. Somos miles y miles sin tierra en Bolivia que seguimos esperando y exigiendo...
- ¿Y cómo piensan que debería gestionar este tema el Gobierno?
- Debe hacer una nueva reforma agraria, de verdad, que favorezca a todas y todos los que necesitamos la tierra. Según nuestra tradición y costumbres, debería ser una distribución comunitaria. Todos comemos juntos y trabajamos también juntos. Esta modalidad colectiva nos permitiría proteger mucho mejor a la madre tierra. Sin semillas transgénicas, ni abonos, ni desinfectantes químicos. Promoviendo realmente la seguridad y la soberanía alimentaria.
- ¿Qué significan para ustedes esas dos palabras?
- Algo que hasta ahora no logramos alcanzar. Tenemos tierras pequeñas que no producen lo suficiente. Y no nos resulta suficiente ni para una alimentación equilibrada ni para tener un excedente que permita mandar a estudiar a nuestros hijos. Queremos empezar a pensar en ellos, en su futuro, e incluso en la calidad de vida de nuestros nietos.
- Habla siempre de tierra y territorio...
- Claro. La tierra es lo que cultivamos, hasta donde llega el arado. El territorio es más amplio: los recursos naturales; los vegetales y los animales: el medio ambiente correspondiente. En quechua tenemos tres palabras para representar estos conceptos.
- ¿Es difícil llegar a ser dirigente social siendo mujer?
- Al principio no fue fácil. No me consideraban, me subestimaban. Pero luego fui ganando un espacio. Éramos dos mujeres que exigimos la participación activa. Ahora hay reconocimiento. Y otras van llegando a puestos de responsabilidad. Nos ayudó, también, la nueva realidad política boliviana con el actual Gobierno. Hay mujeres que son ministras, parlamentarias, dirigentes...
- ¿Es normal, para las mujeres, participar en el movimiento?
- No. Por eso estaba muy contenta cuando en el último encuentro departamental de las sin tierra fuimos 63 que representamos a miles de compañeras. La mujer boliviana tiene mucho trabajo. Y no es fácil que pueda dedicar los fines de semana o las noches para eventos y reuniones. Sigue habiendo mucho machismo. Por eso peleamos también al interior de la familia para lograr la igualdad en la pareja. Por el momento son pocos los hombres que ayudan en las tareas del hogar. Pero estoy convencida que en algunos años más una gran mayoría va a poder participar.
- El MST/mujeres ha recibido cooperación y voluntarias provenientes de Suiza...
- Comenzó con un apoyo material de las Mujeres Católicas Suizas para huertos colectivos. Luego recibimos a Veronique Blech, una primera voluntaria de E-CHANGER. Constituyó un aporte muy valioso para la capacitación. Me obligó a ejercitar el español que casi no hablaba hasta entonces. Aprendimos a usar la computadora, aunque al principio pensé que eso era sólo para especialistas. Ahora puedo entrar a Internet; mandar correos electrónicos; formular y redactar proyectos.
Desde hace más de un año contamos con el apoyo de otra voluntaria suiza, la socióloga Matilde Defferrard, con quien organizamos y preparamos este viaje a Suiza. Es un importante refuerzo institucional y para la formación. Hemos cuidado a nuestras voluntarias como flores y ese intercambio humano sigue siendo un gran aprendizaje y aporte mutuo. Recientemente SOLIFONDS nos acordó un proyecto para el Asentamiento “Tierra Nueva” que estamos construyendo. También Caritas de Milán, Italia, nos sostiene.
El apoyo del Gobierno boliviano a la familia sin tierra ha sido hasta ahora mínimo y por eso la solidaridad de afuera juega un papel muy trascendente. Hemos recibido estos últimos años una solidaridad transparente. Y ha sido esencial para capacitarnos y formar a otras mujeres en temas esenciales para nosotras, como el de la tierra y el territorio. Ha sido esencial para nuestro avance en tanto mujeres y como movimiento.
- ¿Una reflexión final?
- Dos temas después de estos primeros días de mi visita a Europa. Yo pensaba que el tema de la tierra era sólo importante para nosotros, las y los bolivianos, las y los latinoamericanos. Pero visitando una granja de producción biológica en Ginebra, me di cuenta que también es una cuestión muy importante en Suiza. Con la diferencia que nosotros, en Bolivia, tenemos muchas reservas fiscales y por eso exigimos una redistribución, una reforma agraria verdadera.
Otra experiencia que me conmovió. En Zürich, pude hablar, incluso en quechua, con compatriotas inmigrantes, por las ondas comunitarias de la Radio Lora. No me imaginaba que tendría esa posibilidad. Me puso muy feliz. Hasta 2005 el objetivo de miles de bolivianas y bolivianos era emigrar buscando un mundo nuevo en España y otros países. Como MST queremos decirles: ¡basta de emigración! Sería hermoso que los que emigraron por motivos económicos regresen. Y podamos recuperar nuestras tierras para trabajarlas todos y todas juntos.
(*) Colaboración E-CHANGER con el apoyo de swissinfo (www.e-changer.ch)