Agencia La Oreja Que Piensa. Febrero 2013. Por Sergio Ferrari.
Hacia fines de la década del sesenta, un fenómeno "único" sacudió la iglesia católica romana argentina y tuvo repercusiones inmediatas en buena parte de América latina.
Un grupo de curas, alentados por los aires de cambio de la iglesia universal y por la dinámica social en ebullición en todo el continente, constituyó el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM).
Veintiún sacerdotes participaron en la reunión constitutiva del Movimiento, realizada a principios de marzo de 1968 , momento en que buena parte del continente vivía bajo el imperio de dictaduras militares.
Sólo cuatro meses más tarde, en julio del mimo 1968, ochocientos sacerdotes latinoamericanos - entre ellos 400 argentinos- forjaban una posición común ante la Asamblea de la Conferencia Episcopal Latinoamericana que se iniciaba en Medellín, Colombia, convocada por el Papa Paulo VI.
La respuesta fue inmediata. « Chispa en la pólvora » como lo enfatiza Miguel Ramondetti, cura-obrero argentino, uno de los promotores de este movimiento naciente y primer secretario general del mismo.
El MSTM, creció aceleradamente, marcó el destino de la iglesia argentina y latinoamericana de esa época, hasta vivir su propia crisis cinco años más tarde.
Su programa fue tan simple como profundo: multiplicar el compromiso de la iglesia-institución en el cambio socio-político del continente. Alimentando con su experiencia todo el nuevo torrente de la teología de la liberación latinoamericana en germen.
Treintidós años más tarde, « Le Courrier » entrevistó en Buenos Aires, Argentina, a Miguel Ramondetti, 65 años , activo promotor ,hoy, de la organización comunal local en localidades del Gran Buenos Aires , zona aledaña a la Capital Federal.
Exilado en Francia y México, a partir de 1977 durante la última dictadura, se integró más tarde al trabajo pastoral-militante en la Nicaragua sandinista hasta regresar nuevamente a Argentina, luego de 8 años de exilio.
A pesar de *darse la baja* de las estructuras eclesiales, Ramondetti mantiene una polifacética actividad. Sigue trabajando con grupos comprometidos a nivel barrial; impulsa « Convergencia », instancia de reflexión militante; y escribe y publica, permanentemente, artículos y reflexiones que son una referencia ética y política.
"LOS MOVIMIENTOS NACEN..."
P: ¿Mirando hacia atrás, más de treinta años por medio, qué siente cuando piensa en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y ese momento tan intenso de su vida?
R: Extrañeza ante la reacción actual. Todavía se sigue hablando, incluso hoy más que hace algunos años, de aquella experiencia. Me extraña por lo que perdura, me alegra en tanto protagonista de esa historia.
P: ¿Cómo surgió el MSTM?
R: Recordar el origen nos obliga a hacer referencia al momento histórico que se vivía a fines de los años sesenta. Tanto a nivel de iglesia como de continente.
A nivel latinoamericano, animado por la revolución cubana, se daba un avance considerable de la militancia en su lucha por un cambio real en lo político, en lo económico en lo social.
En Argentina, en lo particular, enfrentábamos desde 1966 una nueva dictadura represiva y férrea.
A nivel de Iglesia, también se vivían signos de apertura posterior al Concilio Vaticano II que se profundizaría, luego, con las conferencias de Medellín y Puebla revitalizando un proyecto progresista de iglesia en Latinoamérica.
El Movimiento surgió , por decirlo de alguna manera, casi espontáneamente, impulsado por un contexto determinante y un montón de factores favorables.
Y explotó aceleradamente. De veintiún sacerdotes que firmamos el primer documento pasamos rápidamente a coordinar más de doscientos.
Tal vez es necesario introducir una reflexión que me parece esencial: los movimientos no se crean, sino que nacen.
P: Todo indicaría que el Movimiento no nació a pesar de la iglesia oficial -como sucede con otras experiencias de la teología de la liberación- sino en el marco de una dinámica eclesial favorable...
R: Sí, pero teniendo en cuenta algunos matices. Estoy persuadido , dada la involución conceptual y de compromiso de la Iglesia institucional, que si hoy se diera el nacimiento de un Movimiento de nuestra naturaleza, no nos dejarían estar dentro sino que nos expulsarían de inmediato.
P: ¿ Esta involución es producto de una política consciente de la jerarquía y del actual papado ?
R: Más que todo, producto de tendencias. Creo que existen leyes de la historia, ciertas tendencias, como sucede también en el orden natural.
La dinámica de aquella época provocó una reacción contraria. El surgimiento de un poderoso proyecto conservador y de involución.
P: ¿La actualidad que tiene hoy el pensamiento que ustedes impulsaron hace 30 años con el Movimiento, es producto de la *genialidad* del aporte de entonces o, sobretodo, de una cierta parálisis de producción teológica posterior?
R: Es una buena observación y la comparto. Si veníamos a 100 kilómetros por hora en cuanto a renovación teológica cuando surge la teología de la liberación, en estos últimos 15 años se da un frenazo considerable. No sólo de parte de la estructura sino de nosotros, los cristianos comprometidos. Y por eso, pienso, que las nuevas generaciones buscan referentes del pasado.
Nosotros en cambio no teníamos referentes anteriores claves, debimos inventar todo. Partimos casi de cero...
P: ¿ Empezaron una historia?
R: En cierta manera sí. Y asistimos al cierre de una etapa hacia mediados de los setenta. No sólo en lo que hace al Movimiento, sino en general. Fue la etapa previa de la última dictadura encabezada por Videla (Jorge), que luego destruyó toda una generación: la desapareció, la encarceló, la exiló, la torturó y la silenció.
" LA RECONSTRUCCION DE LA UTOPIA "
P: Saltando del pasado al presente.¿ A pesar de esa ruptura, de ese quiebre histórico dictatorial -que implantó el actual modelo económico-social polarizante- hay nuevas dinámicas participativas, dentro y fuera de la iglesia argentina, qué consideran portadoras de futuro?
R: Sin duda alguna. Se realizó en febrero pasado en Buenos Aires el Seminario de Formación Teológica que convocó a casi dos mil cristianos -laicos, curas, hermanas- de toda Argentina, identificados con un nuevo modelo de iglesia y sociedad.
Nuestro MSTM no logró algo así en su momento, si bien es cierto que nos limitábamos a agrupar sólo sacerdotes.
Sin embargo, cuando se ve hoy la producción teológica de avanzada en Argentina - y creo que correspondería con lo que pasa en Chile, Uruguay-, me parece que todavía no alcanza el vuelo de lo que se produjo hace treinta años.
P: ¿Nos podría ejemplificar este concepto?
R: Hay cristianos de avanzada , entre ellos sacerdotes, que hoy hacen prácticamente un culto de lo que significa la *religiosidad popular*.
Por ejemplo, en Argentina, lo que expresa las grandes procesiones anuales en torno a la Virgen de Luján.
El argumento de esos cristianos es que « la gente está allí, y por lo tanto no podemos quedar afuera ». No se dan cuenta que si bien mucha gente está allí (ndr esta procesión puede convocar a un millón de católicos), hay tanta o más gente que no participa de eso, que sigue siendo cristiana, que sigue convencida de un cambio social.
Se comete un error que a veces también se repite en política: confundir mayoría con totalidad.
Percibo un enorme oportunismo en el tratamiento de la *religiosidad popular*.
Atención: no digo que no debemos tenerlo en cuenta como fenómeno social, religioso. Pero no implica que debemos jugarnos la vida allí pensando que profundizamos la teología de la liberación.
Me irrita el argumento simplista que *la gente está allí... por lo tanto debemos estar también allí*.
¿O acaso nos olvidamos que Jesús terminó solito y solo en la cruz?. Seguro que él no quería quedarse solo. Pero su mensaje, radical y no populista, lo condenó , en ese momento, a la soledad...
P: ¿ Qué significa para Usted, hoy, el concepto de la *opción preferencial por los pobres* que tanto animó la teología latinoamericana ?
R: Creo que puede convertirse en un contrasentido. No existen los pobres. Es una mentira! Lo que existen, y cada vez más, son los empobrecidos, que no es lo mismo. Cuando hablamos de empobrecidos, estamos admitiendo que existen otros semejantes, también seres humanos, que los empobrecieron.
Por analogía, siempre pienso mucho en la Parábola del Buen Samaritano y me parece incompleta. Es verdad, el buen samaritano, se ocupo del hombre caído, golpeado. Esta bien.
¿Pero quién se ocupa y hace justicia con los ladrones que lo maltrataron hasta dejarlo por muerto en el camino?
¿ Cómo explicar el hambre en el mundo, habiendo suficiente alimentos, para todos? ¿ Cómo explicar que haya gente que vive en la miseria en un país como Argentina, o un continente tan rico como Latinoamérica?
P: ¿Justamente, cómo reaccionar entonces desde la teología de la liberación a estos interrogantes tan actuales?
R: Imposible prescindir del planteo de la lucha. Tiene que haber una lucha a fondo, encarnizada, contra esos seres humanos e instituciones internacionales responsables de lo que está pasando en el mundo!
P: Algunos intelectuales afirman que lo prioritario hoy es fortalecer una Teología de la Contención, como forma concreta, en esta etapa, de actualizar la Teología de la Liberación...
R: Sin duda, pienso que hay que tener en cuenta al *caído en el camino* y socorrerlo. Pero sin olvidar nunca quién lo tumbó. Es decir reactualizando permanentemente las causas de esta situación, buscándolas y clarificándolas
Si no lo hacemos y nos quedamos en la asistencia, entramos en un juego muy arriesgado. Podemos incluso desnaturalizar la realidad histórica.
Y entonces esa asistencia *humanitaria* desnaturalizará el hecho mismo de haberlo socorrido.
P: ¿Quiere decir que más que la asistencia entra en juego la modificación de las causas y el *enjuiciamiento* de los responsables?
R: En efecto. Por ejemplo, en nuestra situación, podemos preguntarnos porqué existen tantos argentinos en estado de miseria.
Para desviar la verdadera respuesta y deformar la realidad, nos pueden decir que el país es pobre. Entonces debemos preguntar: ¿ qué hacen tantos ricos en un país pobre? Y llegaremos , por uno u otro camino, a la situación de fondo de injusticia radical y fundamental.
P: Si empezamos nuestro diálogo en el pasado, con la experiencia del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, me gustaría que lo cerráramos, en el futuro. ¿Cómo reconstruir fortalecer o consolidar la Teología de la Liberación?
R: El elemento tal vez clave de la Teología de la Liberación y el aporte más positivo es afirmar que no se empieza por la teoría sino por la práctica. Es decir, que la teoría se construye a partir de la práctica.
Si no tenemos una práctica de lucha, liberadora, entonces cualquier elaboración teórica puede quedarse reducida a eso: una buena teoría que no sirve para nada.
América latina, nosotros, la Teología de la Liberación, tiene que abrir los ojos a las prácticas cotidianas del continente que se están dando.
No me imagino poder reformular la Teología de la Liberación hoy, sin tener en cuenta el aporte del zapatismo en México, los trabajadores sin tierra en Brasil, la lucha indígena en Ecuador y en otros países, el movimiento popular y social del planeta entero...
abril 2000