Juan Cáceres, realizador de Perro Bomba.
Agencia La Oreja Que Piensa. Desde Ginebra, Suiza por Sergio Ferrari. (*)
Película chilena, temática universal: la inmigración y sus consecuencias inhumanas. Perro Bomba, que acaba de estrenarse en Suiza en el Festival Filmar en América Latina crea una pasarela entre la particular realidad latinoamericana y ese drama planetario.
Además, desnuda ciertos malestares sociales que habitan en la sociedad chilena y que están a la base misma de la explosión social que sacude a ese país sudamericano. La película se estrenó pocos días antes del estallido social de inicios de octubre del año en curso. “Sin embargo, un elemento central de nuestro film ilustra un aspecto esencial de las movilizaciones: hoy en mi país, la opresión no se queda en tristeza, sino que produce energías creativas y reacciones comprensibles”, afirma Juan Cáceres.
Joven guionista y realizador de Perro Bomba, Cáceres llegó a Ginebra para participar en Filmar en América Latina luego del tránsito exitoso de su película por los festivales de Guadalajara, Málaga, Miami y el de Cine Latinoamericano de Sídney, Australia.
La película “es autogestionada, colectiva y popular. Apostamos a un cine social, desde la periferia, elaborada con una metodología participativa”. Recién cuando estaba terminada, algunas entidades estatales decidieron apoyarla, explica Cáceres.
La marginada inmigración haitiana
Perro Bomba, su primer largometraje, enfoca la existencia de Steevens – protagonizado por el joven afro-haitiano Steevens Benjamin-, inmigrante caribeño residente en Chile. Su relativa tranquilidad existencial se ve sacudida por la llegada de uno de sus grandes amigos de la infancia.
Ambos padecerán los abusos e insultos racistas del jefe de la empresa donde trabajan, lo que provoca el estallido del protagonista creándole un conflicto personal de manifestaciones múltiples. Con el patrón; con las autoridades migratorias chilenas; con sus sentimientos amorosos; y con su propia comunidad haitiana residente en ese país, que no acepta la faceta resistente del joven que contrasta con la pasiva resignación colectiva.
Dicha inmigración creció significativamente en los últimos años, en particular a partir del 2010 cuando se produjo el devastador terremoto en el país caribeño. Sólo en el 2017, más de 100 mil haitianos llegaron a Chile. Con sus casi 200 mil miembros constituye, junto con la colombiana y la dominicana, la denominada “comunidad emergente” debido al rápido crecimiento. Entre todas es la más particular, por la fuerte presencia negra y por el idioma criollo-francés que hablan sus integrantes.
Perro Bomba, -chivo expiatorio en el lunfardo carcelario chileno- es una ficción con base documental nutrido por la excelente fotografía de Valeria Fuentes. Ese fundamento documental “nos ayudó mucho a realizar el filme dado el bajísimo presupuesto y los escasos recursos con que contaba el proyecto”, explica el realizador.
En cuanto a la idea que la motivó, “fue la llegada, en particular a partir del 2016 de muchos haitianos a Chile que históricamente registraba inmigración europea o de países vecinos, pero no caribeña. Dado la diferencia de idioma y de color comenzó a incomodar a ciertos sectores de la sociedad chilena”.
El fracaso del “paraíso” chileno
Durante el proceso de elaboración del film, no faltaron voces que nos criticaron por el contenido “muy politizado” del mismo, explica Juan Cáceres.
Sin embargo, el clima de movilización que empezó a imponerse en las calles a partir de inicios octubre y que explotó con el denominado “Santiagazo” de los 18 y 19 de octubre, prueba que “lo que nosotros contamos en nuestra película expresa, sin exageración alguna, una faceta particular de la profunda desigualdad que golpea a toda la sociedad chilena”, reflexiona.
Cuando comenzó dicha movilización “nadie esperaba ni pudo prever la dimensión de la misma”, sin embargo, subraya, “el cine independiente, callejero, popular, viene desde tiempo denunciando las injusticias que atraviesan a la sociedad chilena. Para nosotros el cine no solo es una herramienta de diversión sino un medio de cuestionamiento e integración social”.
Se quería vender, agrega Cáceres, a Chile como el país exitoso de los grandes logros macro en lo económico, de la tranquilidad y el orden. Presentándolo como el modelo idílico, diseñado en la época de la dictadura y que fuera envidiado por sus vecinos que trataban de imitarlo.
Y de pronto tomó la palabra el otro Chile, el que está harto de tanta desigualdad social. “Cuestionando a fondo ese mismo modelo que se nos vendía, autoconvocándose, desde los barrios, desde las bases, organizándose territorialmente, con mucha influencia del feminismo cuestionador de este modelo patriarcal del gobierno”, explica el director de Perro Bomba.
Y, en paralelo, pensando y promoviendo otra forma de hacer la política, “que si bien no es nueva había sido abandonada y que marca el fin del Chile idílico que imperaba hasta ahora”.
No fue fácil, subraya Cáceres, salir de Chile y venir a Suiza ahora, en este momento tan especial. Sin embargo, “decidimos hacer el viaje para convertirnos en voceros de la movilización, para contar lo que realmente está viviendo mi país y mi gente”. Y en ese sentido, nuestro agradecimiento ilimitado a Filmar en América Latina y la gente suiza “por permitir que haya un espacio para ese otro tipo de cine, el periférico, que pueda expresar sus verdades sin censuras. Permitiéndonos hablar de frente, en un festival donde lo político está muy presente dado que se alimenta con la producción cinematográfica emanada de las propias realidades latinoamericanas en ebullición”.
Reforzar la trinchera cultural
Dejó Ginebra luego de su corta visita en la segunda semana de noviembre. Y regresa a un país que continúa movilizado y a la espera de soluciones estructurales, como él mismo lo define. Si bien reconoce avances importantes como el proceso en marcha para elaborar una nueva Constitución en el 2020.
“Retorno rápido para seguir acercando la película a la cotidianeidad de la movilización social”, insiste. Será presentada en reuniones barriales, en cabildos, en espacios diversos, abriendo luego el debate.
En esta etapa, la gente dialoga, cuestiona, pregunta, discute, explica el joven realizador. “En sintonía con nuestra propia preocupación por encontrar nuevas formas de difundir Perro Bomba. Con la premisa de llevar el cine a las calles, sacándolo del marco protocolar de las salas comerciales”, concluye.
(*) en colaboración con swissinfo.ch