Agencia La Oreja Que Piensa. Por Gustavo C. Arsuaga (*)
“Siempre me preguntan por qué los grupos se separan en su mejor momento. Lo que no saben es que pasó mucho tiempo hasta llegar a ser conocidos, nosotros hacía mucho que estábamos juntos y esto implicaba un desgaste que el público no conocía y que por eso no se explican por qué se separan”.
Esta declaración fue una de las explicaciones que Charly García nos brindó junto a Oscar Moro y David Lebon, en su visita a la sección Espectáculos del Diario “La Prensa” en mayo de 1980, en el tercer piso de Av. de Mayo 575, unas semanas antes de la presentación de “Bicicleta”, en el Estadio Obras.
La cuestión viene a colación del reciente aniversario del recordado “Adiós Sui Generis”, la despedida de uno de los más grandes grupos del rock nacional, rock progresivo o música de actitud progresiva de la que se cumplieron 48 años.
Esta referencia contiene un sentido doble, ya que justamente, a sólo 400 metros del histórico edificio de “La Prensa”, cinco años y unos meses antes en Avenida De Mayo 959, se habían puesto en venta las entradas para el famoso concierto “Adiós Sui Generis” que aquí evocamos.
El sitio elegido para tan extraordinaria despedida fue el Palacio de los Deportes de Avenida Corrientes y Bouchard, el estadio techado de mayor capacidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Hablamos del renombrado Luna Park, por entonces una sala más habituada a espectáculos internacionales como Holiday on Ice o los sorprendentes Harlem Globetrotters.
Sin embargo, su excelente ubicación y gran capacidad de espectadores hizo sus instalaciones muy atractivos para recibir los estilos musicales más diversos. Prueba de ello es que allí se realizaba el Festival Buenos Aires de la Canción, que en un modo típicamente argentino, la definición ganadora de la edición de 1969 estuvo envuelta en una polémica entre “Como somos” de Freda y Maximiliano, la más votada por el jurado y “Hoy he visto pasar a María” de Hugo Marcel, la más ovacionada por el público.
Anteriormente, Piero De Benedictis se había inscripto con “Juan Boliche”, pero el jurado lo había dejado afuera porque sólo concursaban canciones inéditas y Piero había cantado esa canción en el programa de televisión “Sótano Beat”.
Mientras el recordado Antonio Carrizo, que cumplía la función de presentar a los artistas, trataba de calmar los ánimos, Freda, Maximiliano, Piero y José Tcherkaski se abrazaban en el escenario, los organizadores suspendieron la interpretación de la canción ganadora.
En tanto, no faltaba la nota de humor provista por el gran Oscar “Ringo” Bonavena: “Si yo subo a cantar, los mato a todos, los mato y si subo me dan el Premio Nobel de Canto, me dan.
En ese mismo año, el Luna Park fue, unos meses después sede de otro festival, en este caso el Primer Festival Iberoamericano de la Danza y la Canción en el que la extraordinaria dupla de Astor Piazzola y Horacio Ferrer presentaron su célebre “Balada para un Loco”, cantada por Amelita Baltar, por entonces esposa de Piazzola.
La canción era en rigor una balada en tiempo de vals con dos recitados, la que catalogada como “tango” no estuvo ajena a la polémica: en las rondas preliminares Amelita Baltar contó que fue objeto de insultos como “hija de perra”, y que también hubo presiones por parte de poetas de izquierda quienes sostenían que “No había que votar a la ‘Balada para un Loco’ por ser un tango oligarca ya que hablaba de ‘Callao y Arenales’”.
No obstante, el jurado, engalanado con la presencia de Vinicus de Moraes y Chabuca Granda, nombró ganadora a otra canción –de la que muy pocos se acuerdan- mientras que “Balada para un loco”, que obtuvo el segundo premio, fue un éxito inmediato y pasó a ser uno de los temas más clásicos del cancionero popular.
A lo señalado debe mencionarse que también era la sede de espectáculos musicales, entre ellos el rock.
En 1970 era una expresión de creciente popularidad y después del Festival Beat Baires realizado en el Teatro Coliseo en 1969, llegó al Luna Park por primera vez en 1970 con un concierto extraordinario con los tres grupos más importantes, Los Gatos, Manal y Almendra más Los Mentales, otro conjunto de la época.
Que el rock llegara al rock al Luna Park llamó tanto la atención que la revista Gente le dedicó una buena cobertura con profusión de fotos entre las que no faltaron las de los vistosos hippies.
Mucha más repercusión obtuvo, dos años más tarde, cuando se presentó La Pesada del Rock que ante la escasa cantidad de público en la platea, su cantante Billy Bond le sugirió a quienes ocupaban las populares pasaran a las plateas.
Pero no lo hicieron saliendo por las puertas e ingresando por los accesos correspondientes sino que se pusieron a saltar las vallas que separabas las populares de las plateas, ocasionando una disputa con quienes ocupaban las plateas.
Esto provocó peleas y roturas de butacas mientras que Billy Bond exclamó una de las más frases más famosas del rock nacional: “¡Rompan Todo!”. Algunos lo hicieron y allí terminó la actuación de La Pesada.
Al año siguiente el rock volvió al Luna Park, esta vez con la primera visita internacional de primera línea que llegó a nuestro país, la del eximio guitarrista Carlos Devadip Santana.
El músico chicana era famoso por sus discos “Abraxas” y “Tabú” y hits como “Mujer de Magia Negra”, “Nadie de quién depender”, “Oye como va” y “Samba ‘Pa Ti”.
Un año después llegaría a la Argentina, más específicamente al Luna Park, otra visita extraordinaria, la de la cantante y compositora Joan Baez.
Un apunte interesante: tanto Carlos Santana como Joan Baez fueron dos de las figuras que animaron el festival de Woodstock en 1969.
Llegó entonces el momento de volver a ocuparnos de Sui Generis. Se trataba de un típico grupo de amigos del secundario, compañeros del colegio Dámaso Centeno del barrio porteño de Caballito, a unos 150 metros de Primera Junta; ellos eran Charly García y Nito Mestre.
Según nos contó oportunamente Olga Gatti en una gacetilla de prensa de Daniel Grinbank Producciones, ellos tenían sus respectivas bandas, To Walk Spanish y La Indignación del Siglo.
De la fusión de ambas surgió Sui Generis cuya la proyección de este dúo, el segundo del rock de nuestro país después de Pedro y Pablo, fue meteórica.
Su presentación en el Festival BARock III de 1972 en el Club Argentinos Juniors fue clave para su despegue y, junto con León Gieco, resultaron las máximas revelaciones del Festival.
De allí en más Sui Generis no paró de crecer, tanto profesionalmente como en popularidad. Además de tocar en fiestas privadas, comenzó a realizar conciertos en salas más grandes lograr la meta tan anhelada: ser contratados por un sello grabador para editar un disco.
En esto 1973 fue crucial: en marzo salió “Vida”, su primer álbum, en el que todos los temas son de Charly excepto uno en coautoría con Carlos Piégari, integrante en el principio del grupo, quien en esta etapa se desvincularía.
Para las sesiones de grabación de “Vida”, Sui Generis contó con la notable participación de Claudio Gabis y Alejandro Medina, dos de los integrantes de Manal. Su presentación fue en el Teatro Astral.
Con el primer disco “Vida” en las disquerías se produjo un verdadero boom, y en el lapso de un año pasó de tocar en conciertos organizados por los estudiantes en los colegios a los grandes teatros de la Avenida Corrientes.
Hacia fines de octubre de 1973 fue editado “Confesiones de Invierno”, el segundo álbum, el que fue presentado en el Teatro Ópera. En la ocasión, Charly y Nito fueron acompañados por Alejandro Correa en bajo y Francisco Pratti en guitarra.
Las letras de Charly García, de una belleza inusitada en muchos casos y de una irónica crítica social junto a la armónica combinación de las voces que conformaban con Nito, unido al alto nivel de composición tuvo la virtud de que Sui Generis llegara a un público mucho más amplio que el alcanzado hasta entonces por el rock.
Por otra parte, Sui Generis produjo un fenómeno singular: el que había sido un ámbito mayoritariamente masculino pasó a agradar también al público femenino que estaba orientado hacia la música comercial, melódica o complaciente, como se decía en esa época.
El advenimiento de Sui Generis significó la llegada de las chicas y la gran ampliación del espectro del público del rock.
Pero más allá de estas consideraciones y de sus cualidades musicales, hay un aspecto que debemos destacar: “Sui Generis fue el primer grupo que se ocupó de la problemática de los adolescentes, por eso fue tan aceptado por ellos”, explicó palabras más, palaras menos, el reconocido periodista especializado Claudio Kleiman, quien al año siguiente ingresaría a la selecta redacción de la revista “Expreso Imaginario”.
Entre 1973 y 1974 Sui Generis tuvo una importante difusión; hemos escuchado “Canción para mi muerte”, “Aprendizaje”, “Amigo mío vuelve a casa pronto” y “Quizás porqué”, fueron pasados una y otra vez en recordados programas de radio como “Algún Día”, “Alternativa” y “Viento a favor”, los tres dedicados al rock.
Litto Nebbia, quien no sólo componía, grababa y tocaba, sino que además se ocupaba de difundir buena música en un programa de radio. Su nombre era Melopea, un término que Litto utilizó tanto para bautizar un álbum como para llamar a su productora, su compañía discográfica y hasta a los pubs que tuvo en la década del ochenta.
El talento innovador de Sui Generis llamó la atención de Nebbia, y a propósito queremos apuntar una apostilla muy interesante ya que Charly García y Nito Mestre fueron invitados al programa que Litto Nebbia conducía en Radio Municipal. Además de pasar música seleccionado de acuerdo a su gusto, Nebbia recibía a músicos para que tocaran en su programa.
Este fue el caso de Sui Generis quienes el 8 de abril de 1973 visitaron el estudio de la radio, cumpliendo un concierto de ocho canciones incluyendo una inédita, “La bicicleta oxidada”.
Sui Generis su camino de crecimiento y tocando en diversos escenarios, mientras preparaba nuevo material.
El inquieto Charly García pasó de pianista a tecladista a mediados de 1974, cuando además del consabido piano fue uno de los primeros en nuestro país en incorporar un sintetizador, un mini-moog, como lo pudimos escuchar en el concierto del Cine California de Beccar.
Esta tendencia eléctrica quedó plasmada en “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones”, su tercer álbum de estudio, en el que muchas de sus letras debieron ser modificadas por la censura.
Una cuestión no exenta de ironía ya que en el tema “Las increíbles Aventuras del Señor Tijeras”, es descripta la tarea de un famoso censor de la época, amén de una notable interpretación de Nito en la guitarra acústica y la novedosa y creciente utilización de los sintetizadores por parte de Charly.
En varias canciones de este álbum el bajo está a cargo de Alejandro Correa, pero en otras el bajista es Rinaldo Rafanelli, quien aquí ingresa a la banda en la que continuará hasta el final.
Para la presentación de “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones”, Sui Generis dejó su avenida preferida, Corrientes, para hacerlo en el Teatro Coliseo de Marcelo T. de Alvear 1111.
Lo hizo con dos funciones, el 13 y 14 de diciembre de 1974, del llamado Ciclo Talent, el sello especializado en rock de la compañía grabadora Microfón.
Habiendo sido originalmente un dúo acústico, Sui Generis incorporaba guitarra eléctrica y bajo eléctrico para las grabaciones de sus álbumes. Sin embargo, a esta altura fue pasando a ser más eléctrico y, con los sintetizadores, tomando un sonido más sinfónico.
En estas presentaciones además de Charly y Nito, Rafanelli tocó el bajo y Juan Rodríguez la batería mientras se producía el ingreso de David Lebon en la guitarra eléctrica así como la presencia de León Gieco como invitado.
Después de varios meses, el 11 de abril de 1975, Sui Generis regresó a la Avenida Corrientes, para tocar por única vez en el teatro más grande de la Ciudad de Buenos Aires, el Gran Rex. Para esta presentación, la formación de Sui Generis fue la misma que la del Teatro Coliseo: Charly García, Nito Mestre, David Lebon, Rinaldo Rafanelli y Juan Rodríguez.
Disponemos para nuestros lectores de la lista de temas de ese concierto: 1. Instituciones, 2. Natalio Ruiz, 3. Música de fondo para cualquier fiesta animada, 4. Aprendizaje, 5. Las increíbles aventuras del señor Tijeras, 6. Cuando ya me empiece a quedar solo, 7. Bubulina –que luego García grabó con La Máquina de Hacer Pájaros-, 8. Confesiones de invierno, 9. Para quien canto yo entonces, 10. Fabricante de mentiras, 11. Rasguña las piedras, 12. Botas Locas –un tema sobre el servicio militar, no grabado-, 13. Tango en segunda, 14. Pequeñas delicias de la vida conyugal y 15. Un hada, un cisne.
Unos meses después de la presentación en el Gran Rex, era anunciada la separación de Sui Generis y la realización de una gran despedida en el Luna Park que recibiría el nombre de Adiós Sui Generis.
Programado para el viernes 5 de septiembre, la promoción fue realizada en una forma muy profesional según los medios de la época, con una profusa pegatina de afiches en la vía pública y muy importante, a través de un aviso de una página en la revista “Pelo”, la publicación de rock de mayor tirada de nuestro país y que por mucho tiempo fue la única.
Lejos de pensarse en sistemas de venta como los actuales, las entradas estuvieron disponibles con la suficiente anticipación en las boleterías del Luna Park y en Casa América.
Como protagonista de un fenómeno social que trascendía al ámbito del rock, la demanda fue muy alta, tanto que decidieron agregar una segunda función para el mismo día.
Muy pronto fue diseñado un nuevo aviso original del aviso que salió en la edición de la revista Pelo anterior a los dos conciertos, anunciando que serían dos las funciones del viernes 5 de septiembre, a las 20.30 y 22.30.
El enorme interés que generaron las últimas presentaciones de Sui Generis llevó a que la revista “Pelo” publicara una edición especial dedicada al dúo en un nuevo formato llamado revipóster.
Éste consistía en un único pliego con la historia y discografía del grupo, el que desplegado se convertía en un póster con la foto del dúo, una imagen similar a la del afiche con el cual fue empapelada Buenos Aires y alrededores en los meses para difundir ambos conciertos.
La tipografía del término Sui Generis era exactamente la misma que la ya utilizada en la tapa de “Pequeñas Anécdotas sobre las Instituciones”, del diseñador Juan Oreste Gatti.
En una iniciativa muy original, quienes acudían a Casa América podían comprar no sólo las entradas sino también el mismísimo afiche que anunciaba Adiós Sui Generis en la vía pública.
La organización estuvo a cargo de Jorge Álvarez, fundador junto a Pedro Pujó de Mandioca, el legendario sello discográfico de los comienzos del rock nacional y que también editaba libros.
Hacia alrededor de un año antes el mánager de Sui Generis había sido Daniel Grinbank, pero merced a una cláusula contractual Álvarez recuperó la representación.
Según contó el propio Grinbank hace unos meses, a pesar de esto Jorge Álvarez tuvo la gentileza de entregarle una entrada de cortesía.
Eso sí, era un ticket para la popular, por lo que en unos meses pasó de ser el mánager a uno más en las graderías más alejadas del escenario del Luna Park.
Los conciertos de Adiós Sui Generis presentaron una novedad importante ya que no contaron con David Lebón, de breve pero efectiva actuación en la banda.
De esta manera la formación estuvo integrada por Charly García, en teclados y voz; Nito Mestre en guitarra acústica, flauta traversa y voz; Rinaldo Rafanelli en bajo eléctrico y voz, y Juan Rodríguez en batería.
Los instrumentos utilizados por Charly García daban un indicio del camino que iría a tomar en su proyecto siguiente, La Máquina de Hacer Pájaros, en una incipiente imagen y semejanza de los grandes tecladistas de la época como Rick Wakeman de Yes, Rick Wright de Pink Floyd y Keith Emerson de Emerson, Lake & Palmer.
Estos fueron los siguientes: piano, piano eléctrico Fender Rhodes, Mini-moog, sintetizador ARP string ensemble, Clavinet Hohner y guitarra acústica. El sonido fue muy bueno considerando las condiciones acústicas del Luna Park y estuvo a cargo, según pudimos averiguar, de Teddy Goldman.
La presencia principal de Charly García estuvo realzada por su vestimenta, un traje blanco con galera, a la medida de sus detractores que por esos tiempos lo trataban de “cirquero”.
Es apropiado apuntar que su enorme talento, virtuosismo y rápido ascenso en el ambiente de la música y particularmente del rock despertó varios comentarios críticos, así como lo que podríamos definir lisa y llanamente envidia.
Muy a pesar de ellos, el hecho de que Sui Generis haya llenado el Luna Park dos veces convocando 25000 personas en un acontecimiento extraordinario fue resaltado por el periodismo y especialmente por los medios de información general no especializados.
De acuerdo al material provisto por uno de los máximos coleccionistas de grabaciones en vivo de recitales de rock nacional, la lista de los temas interpretados fueron unos veinte y no variaron mayormente en las dos funciones.
Para ensalzar un acontecimiento de semejante envergadura, Charly y Nito incorporaron cinco canciones nuevas, un porcentaje alto de novedades en el repertorio: “Nena” –modificado tres años más tarde como “Eiti-Leda” para Serú Girán-, “Alto en la Torre”, “La fuga del paralítico”, “La niña juega en el gran jardín” –de Rinaldo Rafanelli- y “El fantasma de Canterville”.
Detallamos el play list de Adiós Sui Generis que comenzó con “Instituciones” y continuó con “Cuando ya me empiece a quedar solo”. A continuación prosiguieron 3. “Nena”, 4. “Bubulina”, 5. “Alto en la torre”, 6. “La fuga del paralítico”, 7. “Confesiones de invierno”, 8. “Para quien canto yo entonces”, 9. “Canción para mi muerte”, 10. “La niña juega en el gran jardín”, 11. “Fabricante de mentiras”, 12. “El fantasma de Canterville”, 13. “Pequeñas delicias de la vida conyugal”, 14. “Aprendizaje”, 15. “Tango en segunda”, 16. “Mr. Jones o pequeña semblanza de una familia tipo americana”, 17. “Un hada, un cisne” y 18. “Natalio Ruiz”. A esto debemos agregar el “Blues del levante”, con el tramo llamado “Zapando con la gente” y “Rasguña las piedras”.
Sui Generis fue un grupo, asimismo, pionero en lo que podríamos llamar “multimedia”. Los conciertos de despedida fueron grabados y una gran parte de ellos editados en dos álbumes.
Aunque el primer disco en vivo del rock nacional fue el “Acusticazo” de 1972 en el que tocaron varios músicos, los dos de Adiós Sui Generis tienen el mérito de haber sido el primer registro de una banda de rock argentina en vivo.
Estos no incluyen todas las canciones ni han respetado el orden de los temas en los conciertos, pero han sido una iniciativa válida. Unas dos décadas más tarde fue editado Adiós Sui Generis Volumen 3 en formato de compact-disc, completando los temas que faltaban.
Sui Generis fue también precursor en otros aspectos ya que su actuación fue filmada con cuatro cámaras y plasmada en un documental de 75 minutos, trabajo del director Bebe Kamin.
Se trata también de un testimonio único en la historia del rock nacional ya que ningún otro grupo dejó un legado similar.
En nuestra búsqueda por completar un artículo bien documentado, hablamos con Mario dos Santos, músico y coleccionista de guitarras, quien fue uno de los 25000 privilegiados que presenciaron Adiós Sui Generis: “Hacía poco que había terminado el secundario, saqué las entradas un mes antes y fui con un amigo.
Las dos funciones fueron el mismo día y me llamó mucho la atención que no hubiera una guitarra eléctrica. La única fue una guitarra acústica Martin de 1974, que no era de Sui Generis sino de Alejandro de Michele, integrante de Pastoral, quien se las había prestado para tocar ese día; ellos tenían una Gibson Hummingburd de 1963, que ese día no usaron.
Adiós Sui Generis fue un quiebre para la generación nuestra, porque era impensado que Sui Generis se separara, pero tenían un desgaste y querían hacer cosas personales.
El sonido fue excelente y del repertorio me llamó la atención el ‘Blues del Levante’, porque muchas de las palabras de la letra no se podían decir en esa época ni mucho menos grabar.
Me impresionó el sonido, el bajo de Rinaldo en ‘Aprendizaje’ y la parte de las voces. No había orquesta ni había coros, era bastante básico, un cuarteto. La duración fue de casi dos horas y no dejaron temas importantes afuera del repertorio”.
Cuenta la leyenda que después de la segunda función, Charly García y Nito Mestre no se fueron del Luna Park en auto sino que se alejaron caminando por Corrientes, la avenida en la que tocaron en sus teatros más importantes.
Para ser rigurosos no fueron las del Luna Park las últimas presentaciones sino que estaban contratados para tocar en la Patagonia, entre ellas Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia.
En el viaje de regreso, el camión que transportaba los equipos tuvo un accidente en el cual se destruyeron varios equipos. Sin dudas una señal que indicaba que debían empezar algo nuevo.
De todas maneras, Sui Generis regresó varias veces para deleite de sus fans contemporáneos y de las nuevas generaciones.
El primero de los regresos de Sui Generis fue, justamente, al escenario del Luna Park para el Festival del Amor realizado el 11 de noviembre de 1977, en el que Charly despidió a su vez a La Máquina de Hacer Pájaros.
El segundo fue el festival Crico, en el cual tocó Serú Girán, el 29 de junio de 1979 en el Estadio Obras. En diciembre de 1981 viajaron a Montevideo, Uruguay adonde Charly García se presentó con Serú Girán y Nito Mestre con banda, haciendo también una actuación de Sui Generis especial para la ocasión.
Por último, volvieron a reunirse en 2000 para presentar su último álbum, “Sinfonías para adolescentes”, en el Estadio de Boca Juniors.
Lo que aún no deja de sorprendernos es la repercusión de Adiós Sui Generis, conciertos de los que se han cumplido 48 años. Con 25000 espectadores, el 0,0001 por ciento de la población argentina de entonces, alcanzó sin dudas una trascendencia extraordinaria.
Es muy cierto, por otra parte, que el rock tenía otro significado en esos años. Era mucho más que un mero entretenimiento y, como señaló el recordado Miguel Grinberg, periodista decano del rock nacional, autor del libro “Como vino la mano”, fundador de revistas como “Eco Contemporáneo”, “Cuadernos del Paraíso” y “Mutantia”, colaborador especializado en diarios como “La Opinión” así como se ha destacado por dirigir programas de radio como “El son progresivo” y “Rock que me hiciste bien”.
Así hablaba Miguel de los conciertos de rock de aquellos años: “No eran un espectáculo para llenar grandes estadios de fútbol en los que el único objetivo buscado es el lucro”.
(*) Periodista, especializado en rock nacional.