Agencia La Oreja Que Piensa. Por Fernando Lorenzo (*)
Boca Jrs y River Plate animarán este sábado la primera de dos finales inéditas en Copa Libertadores, precedida por declaraciones que amenazan con alterar el clima de paz que proclaman los propios protagonistas.
"Los dirigentes tenemos el deber y la obligación en este momento de no hacer bromas, ni nada por el estilo" que atenten contra ese espíritu de camaradería que ambos clubes pretenden contagiarle a sus hinchas pese a la histórica rivalidad.
Así opinó el titular de River, Rodolfo D'Onofrio, al responder a una frase poco feliz del presidente argentino, Mauricio Macri, reconocido fanático de Boca Jrs, club que presidió por más de una década y que lo catapultó a la política.
Durante una visita a un laboratorio y mientras dialogaba con los empleados, Macri aprovechó la proximidad de la final de ida y les preguntó: "¿Cómo están para el sábado? ¿Son mayoría de Boca?, que bueno. Esta vez se nos tiene que dar".
Y remató: "este culón de (Marcelo) Gallardo...", aludiendo a la suerte que acompaña al entrenador de River en los últimos Superclásicos, que vieron ganar al "millonario" este año en la Supercopa nacional y en la Superliga local.
Triunfos por 2-0 que logró con goles de Gonzalo Martínez e Ignacio Scocco tanto en el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza, como en la "Bombonera", mismo escenario del choque de este sábado.
Macri no sabía que estaba siendo filmado y su declaración se "viralizó" en las redes sociales, alterando los ánimos que él mismo pretendía calmar cuando anticipaba la posibilidad de jugar estas dos históricas finales con público visitante. "Con todo respeto al señor presidente, creo que los dirigentes tenemos el deber y la obligación, en este momento, de no hacer chicanas, ni bromas. Eso dejalo para otro momento, dejalo para tus amigos...", le aconsejó hoy D'Onofrio.
El titular "millonario" participó en una iniciativa para promover la paz en estas dos finales junto a su par de Boca, Daniel Angelici, "delfín" político de Macri que también llamó a vivirlas "como rivales y no como enemigos".
La trágica lista de muertes en el fútbol argentino, en la que el Superclásico aportó muchas de esas víctimas por accidente o premeditación, así lo aconseja y es una de las razones por la que el público visitante tiene vedado el acceso a los estadios.
Mal que le pese a Macri, que apostaba a una excepción para poder "demostrarle al mundo que hemos madurado y que cambiamos", como decía hace algunos días al referirse a la "oportunidad histórica" que ofrecía esta inédita definición de Libertadores. A su lado, lo observaba atenta la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien luego respaldó la iniciativa afirmando que no se trataba de un capricho presidencial y aseguraba: "El que no arriesga, no gana".
Frase a contrapelo de lo que aconsejan los organismos de seguridad a su cargo, aunque menos polémica que aquella en la que aseguró que "Argentina es un país libre y el que quiere estar armado, que ande armado y el que no, no".
No son pocos los que opinan como la ministra en este país y que adhieren a la promesa de "mano dura" como la que al parecer favoreció también la consagración del conservador Jair Bolsonaro como presidente del vecino Brasil.
Un triunfo electoral en segunda vuelta que rápidamente saludó Macri, aun cuando el mandatario electo anticipó a través de quien será su ministro de Hacienda, Paulo Guedes, que "Argentina no es prioridad y el Mercosur tampoco".
Como ministro de Justicia, Bolsonaro designará al juez Sergio Moro, a cargo de la investigación conocida como "Lava Jato" que derivó en una condena a 12 años de cárcel para el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Brasil vetó luego la candidatura presidencial de Lula, quien terminó "proscripto" y en las encuestas de opinión era amplio favorito a ganar las recientes elecciones presidenciales, aún desde la cárcel. El juez Moro descartó que se trate de una "persecución política" como denuncia Lula y como denuncia, en Argentina, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, cuando se dice víctima de una maniobra judicial orquestada desde la política. Maniobra personificada por el juez Claudio Bonadío, quien tal vez sueñe con emular a Moro, aunque a diferencia de aquel y pese a sus "esfuerzos" no logró encarcelar a la actual senadora nacional por delitos de corrupción como los que le atribuye.
En su "cruzada", Bonadío cuenta con el apoyo del fiscal Carlos Stornelli, ex ministro de seguridad de la provincia de Buenos Aires y también ex jefe de seguridad de Boca Jrs ya en tiempos de Angelici.
El mismo Stornelli que acudió en 2005 al casamiento de Rafael Di Zeo, líder de la barrabrava "xeneize" que alguna vez se jactó ante las cámaras de TV de tener acceso directo al "poder".
Todo tiene que ver con todo, suele decirse, y el fútbol no escapa a la "grieta" que divide a esta sociedad y que, con la inédita edición del "Hiperclásico" en Copa Libertadores, se extiende a Sudamérica.
Lejanos parecen los tiempos en los que Latinoamérica unida detrás del entonces presidente venezolano Hugo Chávez le decía no al ALCA, el tratado de Libre Comercio que impulsaba el por entonces presidente estadounidense George W. Bush.
Doce años después, Donald Trump preside esa potencia militar mundial cuya economía creció como no crecía desde 2014 gracias a una política proteccionista contraria a la que aconseja al resto de las naciones del planeta.
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