Agencia La Oreja Que Piensa. Septiembre 2010 Argentina (Por Maria Mac Lennan)
La construcción de una sociedad inclusiva debe contemplar necesariamente la elaboración de políticas culturales regionales en donde se considere a la población destinataria -en sus roles de observadores, productores y difusores- como partícipes activos de una acción cultural comunitaria constante.
Esta acción debe ser concebida como un derecho inalienable, un puente entre la ciudadanía y la construcción social identitaria..
Si el sentido del arte es la posibilidad de recuperar la libertad a partir de las formas y lenguajes en lo que se expresa, toda iniciativa de desarrollo artístico-cultural comunitaria, grupal o institucional es profundamente política.
La planificación de la actividad cultural regional debe ineludiblemente considerar la absoluta inclusión de toda la población a la que está destinada, y sobre todo, de aquel sector con menor posibilidad de acceso a las diversas manifestaciones artístico-culturales, ya sea por su situación socioeconómica y de formación o instrucción derivada de ésta.
De otro modo se replican los modelos actuales de oferta artística de las salas o establecimientos ya instituídos.
Es importante reiterar algo que es tema central en todos los ámbitos educativos del arte: Quiénes deciden incursionar a una formación en cualquiera de sus lenguajes, necesitan acceder a las muestras, exposiciones o presentaciones que realizan los intérpretes de ese mismo lenguaje en particular, y también los del resto.
Los lenguajes del arte se aprenden a partir de la observación de otras producciones.
Lamentablemente, en la actualidad, los espectáculos, muestras o producciones de mayor calidad no están al alcance de la población de bajos recursos económicos que intentan crear obra, y esta situación fortalece el modelo cultural dominante.
A la feria del libro no accede toda la población. Tampoco a los grandes teatros en los que se presentan compañías nacionales o internacionales importantes. Ni a las muestras que se realizan en los museos, que con excepción del MBA y el C.C. Recoleta, requieren el pago de entradas de costos elevados.
En este sentido, es prioritario generar una política cultural que contemple el estímulo y el acceso a grupos de estudiantes y/o productores artísticos de las región a esas muestras o presentaciones.
También es necesario la constante difusión de las formas de acceso que las instituciones brindan. Por ejmplo, los museos de arte de la ciudad de B.A. abren sus puertas en forma gratuita los días miércoles, y en el MALBA y en MBA hay folletería y guías de museos y galerías que se distribuyen gratuitamente.
Fuera de la Ciudad de Buenos Aires o de algunas pocas del interior, no existen, en general, salas de teatro que ofrezcan una programación abierta a la comunidad y organizada en función de un proyecto educativo consecuente con la realidad cultural de la misma.
Es urgente planificar, desde las instancias gubernamentales y no gubernamentales, una acción concreta, posible y eficaz que permita consolidar, a través de líneas claras de trabajo, programas y proyectos construidos con la comunidad, en su territorio y con los actores culturales locales, único y sólido camino hacia una real sociedad inclusiva.
Editoriales comunitarias, sellos de grabación solidarios, bibliotecas escolares abiertas a la población, espacios de experimentación e intercambio, tienen que promoverse desde proyectos con objetivos conducentes a desarrollar el pensamiento crítico, la participación y el compromiso con la sociedad y la cultura de nuestro tiempo. En otras palabras: ejercer la política en su verdadera dimensión. Es un desafío para todos los promotores, agentes y difusores culturales.