Agencia La Oreja Que Piensa. Argentina. Junio 2009.
(Por Ignacio Carrasco Palmer)
Para dar una imagen amplia de la arquitectura de la ciudad de Tigre cabe destacar que siempre fue un atractivo espacio geográfico, debido, sin duda, a los puertos naturales que hicieron florecer el comercio y la comunicación en la zona. El contacto directo con el agua le confiere, además, un ámbito propicio para la observación bucólica, el ocio, la recreación y el deporte.
Respecto a los edificios más notables que se conservan en el casco antiguo de la ciudad, podemos encontrar dos ejemplares construidos a fines del siglo XVIII, de carácter colonial y no alineados con la trama urbana actual. Estas construcciones son Monumentos Históricos Nacionales.
Uno de ellos es la Antigua Aduana que tiene características originales destacadas: el techo cubierto de tejas llamadas de gambas que eran moldeadas con el muslo de los obreros; y las puertas dobles con cuarterones, geminadas en ángulo recto y separadas por un pilar de madera dura llamado esquinero. Ambas puertas se abrían plegándose sobre si mismas en la parte media y rebatiéndose juntas en una de los dos lados.
Los muros son de ladrillones unidos con mezcla de barro, conchillas y cal bolseada; que a veces se utilizaba mezclada con grasa animal para dar impermeabilidad y en algunas ocasiones se le agregaba sangre animal para darle un tinte rosado.
El otro es el Almacén Faggionato o Carbonería, construida en el año 1794, con muros portantes de mampostería de ladrillo y cuyo techo es a dos aguas con tirantes de madera dura y bovedillas de ladrillos. Había sido posta, almacén de ramos generales y también pulpería. En el año 1812, oficiales de los Granaderos del Coronel San Martín, en camino a la batalla de San Lorenzo, descansaron en esta casa y los soldados en sus alrededores.
En otro orden podemos mencionar las casas-quintas construidas en la segunda mitad del siglo XIX con el objetivo de hospedar residencialmente a la clase aristocrática y burguesa de la ciudad de Buenos Aires que venía a pasar extensos períodos de vacaciones. En esta época fueron construidos el Tigre Hotel y el Tigre Club (antiguo casino y actual Museo de Arte Tigre).
Se caracteriza en esta etapa el estilo italianizante por la masiva inmigración de trabajadores arquitectos, jardineros, ingenieros, constructores y artesanos provenientes de dicho país. Las magníficas galerías abiertas, cerradas y hasta loggias con arcos de medio punto y columnas de orden Toscano dan rienda suelta a la imaginación para transportarse en el tiempo. Cornisas decoradas, entablamentos, improntas de imágenes en relieve y las anchas escaleras de acceso en forma curva o recta con o sin balaustrada no dejan de sorprender a quien sabe disfrutarlas.
No hay que olvidar la importancia de las tertulias que se organizaban en estas casas, donde además de sociabilizarse, la clase alta de Buenos Aires, llegaba a tomar decisiones comerciales, políticas o culturales de repercusión nacional.
Otro aspecto interesante para destacar es el estilo pintoresquista, de origen inglés, que aprovechando el contexto natural, demuestran su máxima expresión a través de la utilización de ángulos de 45º en sus ventanales bay windows, generando luz hacia el interior y un contacto visual amplio con el exterior donde los jardines se componían con gran variedad de especies botánicas.
Otro factor determinante, en cuanto a la estructura inmobiliaria de la zona, son los clubes de remo que, con su auge, promovieron la construcción, entre 1890 y 1920, de importantes edificios para almacenar los botes. Muchos de ellos correspondían al estilo de la colectividad fundadora, como es el caso del Cannotieri Italiani, copia de una construcción veneciana; y el Buenos Aires Rowing Club de estilo Tudor.
Sin embargo, gran parte de todo este patrimonio histórico nacional fue demolido por sus dueños con la complicidad política que suele acompañar los “buenos negocios”.
El caso más reciente fue el de la “Quinta Cobo” o “Villa Inés”, donde, aprovechando la revalorización de los terrenos, funcionarios municipales de dos administraciones acompañaron su destrucción protegiéndose moral y éticamente tras alguna multa o excepción al Código.
Incluso la Justicia rechazó un amparo de protección para impedir la demolición de la Quinta Cobo, un auténtico ejemplar de arquitectura histórica que se encontraba en proceso de catalogación.
Actualmente las casas en riesgo de demolición son varias y vale la pena verlas antes de llorarlas. En algunos casos el destino es todavía incierto. Como “Villa Carmen”. Esta casa situada en Bartolomé Mitre 360 (frente a la estación fluvial)es un palacete construido por los arquitectos Alfredo y Alberto Olivari, consta de 30 habitaciones, ascensor y está resuelta con todos los elementos decorativos posibles, típicos del período de construcción (1910); y la utilización de materiales importados de Inglaterra, Francia e Italia.
“Villa Carmen”
Siendo que ésta y otras construcciones constituyen nuestro patrimonio histórico arquitectural y ofrecen un encanto muy particular; el gobierno municipal se expresa interesado en su conservación, pero las torres que vemos florecer solo benefician a unos pocos… de adentro y de afuera. ¿Cuál es entonces el proyecto Tigre Vive? Quizás la orientación turística que se pretende proyectar está olvidando sus componentes principales.
Fuentes:
Mabel Trifaro de Zolezzi. “El viejo puerto de Las Conchas”
Arquitectos Giesso y Mezzera. “Nuestras casas de Tigre”
Sergio Kiernan. “La saga de la Casa Cobo”